HOJA INFORMATIVA

HERMANDAD DE NTRA. SEÑORA DE LOS CAÍDOS DE PARACUELLOS DE JARAMA

Boletín Nº 49 - Junio 2005


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Paracuellos y Katyn. Un genocidio en toda regla.

El pasado siglo XX mostró entre sus características más terribles de su historia, el genocidio masivo y el exterminio humano por razones políticas, raciales y religiosas, incluidos amplios sectores de una población inocente que no renunció a su religión y a su forma de pensar o actuar.

Recientemente a salido el libro Paracuellos-Katyn. Un ensayo sobre el genocidio de la izquierda del historiador don César Vidal, obra muy oportuna y necesaria para todos aquellos que tienen olvidada la reciente historia y la intervención soviética en la guerra civil española.

Partiendo de documentos oficiales que abarcan desde los diferentes archivos diplomáticos a los archivos de la desaparecida Unión Soviética, y desde los testimonios oculares en ambos casos a los relatos de algunos de los protagonistas -que aún viven-, el presente libro nos permite contabilizar y señalar por primera vez, el número de víctimas no sólo de Katyn en Polonia sino también de Paracuellos en España -aunque incompleto-, así como las circunstancias concretas y los responsables directos de los hechos relatados.

El presente libro constituye un estudio histórico sobre unos crímenes contra la Humanidad llevados a cabo tanto en Paracuellos como en Katyn, y precursores éstos del gran Holocausto cometido en los campos de concentración alemanes como Auschwitz, Treblinka, etc. En los dos casos que nos ocupa, el resultado fue la exterminación masiva de presos realizada en diferentes tandas de fusilamientos y enterrados seguidamente en fosas comunes. En el primero de los casos, los asesinatos fueron llevados a cabo por milicias del Frente Popular y dirigidas mayoritariamente por comunistas españoles, si bien en el segundo, las atrocidades cometidas no fueron obra de incontrolados sino de las más altas autoridades rusas, y siempre como paso previo e indispensable para la implantación de la dictadura del proletariado en occidente europeo.

Aunque a primera vista no lo parezca, los dos lugares presentan cierta similitud. Si en el cementerio de los Mártires de Paracuellos existen siete fosas comunes, en el bosque de Katyn, también fueron encontradas otras siete fosas comunes. En ambos casos, sus fosas están orientadas hacia el Suroeste, incluso las más grandes tenían y tienen la forma de la letra ‘L’. En la descripción de los cadáveres exhumados de esa fosa de Katyn, las víctimas tenían las manos atadas, lo mismo que los fusilados en Paracuellos según abundantes testimonios, incluso también se enterraron en ambos lugares muy cerca de un río, el Jarama y el Dnieper respectivamente, incluso los entornos de ambos lugares están muy próximos a una colina y en los dos crecían grandes pinos, lugares ambos donde fueron masacrados una gran parte de la oficialidad de los dos países. Para más similitud, también en las dos ocasiones los presos fueron trasportados en autobuses y los que fueron asesinados en Soto de Aldovea, cercano a Torrejón de Ardoz, también estuvieron muy cerca de un ‘castillo’, lo mismo que el de Dnieper en Katyn. Lo único que separa a estos asesinatos en masa aparte de la fecha de sus inicios, es que en el cementerio de Paracuellos nunca hubo exhumaciones y sí una gran inhumación de cadáveres traídos de otros lugares al poco tiempo de terminar la guerra. Por el contrario, en Katyn, todos los cadáveres fueron exhumados por orden de las autoridades alemanas y enterrados posteriormente en un cercano cementerio. Del informe de la Cruz Roja sobre la exhumación de los asesinados en Katyn, sólo fueron identificados 2.815 de los 4.413 fusilados, sin duda un número muy aproximado al total de los que reposan en el cementerio de Paracuellos de Jarama.

Sin duda, el reconocimiento oficial por los asesinados en Katyn llegó finalmente en 1998, cuando el ruso Boris Yeltsin y el polaco Alexander Kwasniewski, ambos presidentes de sus respectivos estados, llegaron al acuerdo de alzar un monumento en aquel lugar, cosa que en Paracuellos, aún las víctimas y familiares de aquellos mártires, están esperando de que algún presidente de gobierno se digne visitar o en presidir algún acto oficial o religioso, como así lo hizo Yeltsin cuando ante un sacerdote polaco, se inclinó para besar la cinta de una de las coronas que él mismo había colocado al pie de la cruz de Katyn.

En definitiva, en los dos lugares cientos de cruces blancas recuerdan aquellos muertos inocentes que dieron su vida por su patria y por defender su fe.


El primer beatificado del cementerio de Aravaca (Madrid) por su Santida el Papa Juan Pablo II en Roma el día 11 de Marzo de 2001

Don Crescencio García Pobo -Terciario capuchino-, nació el 15 de abril de 1903 en Celadas. Andando el tiempo, Crescencio sintió la llamada del Señor a la vida religiosa.

    El 15 de septiembre de 1921, emitió sus primeros votos como religioso amigoniano, y seis años más tarde profesó perpetuamente. La ordenación sacerdotal la recibió el 16 de septiembre del año siguiente.

    Su ministerio sacerdotal lo desarrolló generalmente en escuelas de reforma. En los primeros días de julio de 1936 regresó de la Casa Tutelar Ntra. Sra. de Covadonga, en Asturias, al Reformatorio del Príncipe de Carabanchel Bajo en Madrid, en cuyo centro le sorprendió a los pocos días la guerra civil española.

    Detenido el 2 de agosto de 1936 en la calle Carretas, y descubierto sin documentación alguna, fue detenido y llevado primero a la Dirección General de Seguridad y seguidamente a la cárcel de Ventas. Con fecha 3 de octubre hay una orden de la checa de Fomento para que fuesen entregados a sus agentes varios presos (entre ellos el mencionado Siervo de Dios), siendo inmediatamente asesinados aquel mismo día en el cementerio de Aravaca de Madrid, donde también reposan otros religiosos y religiosas.


Los "Malos" de Peces Barba

Ya hay otro que quiere hacer de España nuevamente una película de buenos y malos. En el homenaje a Santiago Carrillo, que ha cumplido dichosamente noventa años, pronunció un inspirado discurso Gregorio Peces-Barba, muy en las candelejas (o sea, en el «candelabro» de Sofía Mazagatos) desde hace algunas semanas con motivo de su actuación, tan extraña y polémica, como Alto Comisionado para la Protección de las Víctimas del Terrorismo. No es que Santiago Carrillo sea una víctima del terrorismo, ni que necesite protección, porque ya va por ahí hasta sin peluca, sino que se trata, creo yo, de una demostración de solidaridad ideológica y de admiración política. Bien hecho, hombre, «en pie famélica legión», etcétera.

La «famélica legión» no se puso en pie, sino que cenó sentada. Bueno, supongo yo que Peces-Barba se puso en pie, no para irse a la lucha revolucionaria, que ya no le hace ninguna ilusión, sino para pronunciar el discurso de homenaje al viejo comunista que ha llegado al friso de los noventa como un pimpollo, y por mi parte le deseo que cumpla muchos más. Lo que me extraña del discurso de Peces-Barba es que se entretuvo en clasificar a la audiencia y en definir a los homenajes antes desde un criterio ético, en un ejercicio casi sacristanesco. Y es que en los últimos tiempos no se le ve a Gregorio muy acertado. Es posible que se encuentre algo nervioso y desquiciado por el miedo, pues ha hecho responsables a los que critican algún acto o discurso suyos de «lo que les pueda pasar» a él o a su familia.

En sus palabras de homenaje, el rector magnífico de la Universidad Carlos III y Protector Oficial de Víctimas clasificó a los presentes y a los ausentes, o sea, a todo quisque, en tres grandes grupos, a saber: los buenos, los menos buenos y los malos. Allí, en la mesa del homenaje, junto al homenajeado y junto al orador, estaban naturalmente los «buenos». También estaban los «menos buenos», es decir los pecadores, pero que esperaban la gloria después del purgatorio. Y no estaban los «malos». Si el profesor hubiese dicho «sobresalientes» en vez de buenos, «aprobados» en lugar de menos buenos y «suspensos» donde dijo malos, la cosa habría pasado mejor, porque es más propia del catedrático hacer una clasificación académica. Pero Gregorio Peces-Barba se fue por lo ético y clasificó al gentío en buenos y malos, dejando un purgatorio para los menos buenos que no llegan a malos. Vamos, que convirtió la cena de Carrillo en un Juicio Final.

El eminente orador hizo de Padre Eterno, pero en vez de colocar a los justos a su derecha y a los réprobos a la izquierda, cambió las tornas y lo hizo al revés. Para él, los buenos y los menos buenos eran los de la izquierda, y los malos eran los que no estaban, que no habían ido precisamente por estar a la derecha. Total, que la izquierda de Peces-Barba podría ser la derecha del Padre Eterno, que tan equívoca es la ubicación en una mano o en la otra. Pero menos mal que no asistió ningún «malo». De haber ido alguno de ellos al homenaje, habríamos corrido el riesgo de que apostillara: «Los «malos» no han venido porque muchos se quedaron en Paracuellos».

Por Jaime Campmany.