HOJA INFORMATIVA

HERMANDAD DE NTRA. SEÑORA DE LOS CAÍDOS DE PARACUELLOS DE JARAMA

Boletín Nº 50 - Octubre 2005


[Boletín anterior] - [Indice Boletines] - [Siguiente boletín]


Comentarios para Reflexionar

Como ya os comentábamos, en otra hoja anterior, uno de los majestuosos pinos que fueron testigos mudos de la barbarie de unos desalmados que asesinaron a nuestros parientes o amigos, cansado y debilitado por los muchos años, se vino abajo.

Su excepcional envergadura, distinguido porte y espléndida copa se fueron minando con el paso de los años y finalmente su envejecimiento no pudo soportar la presión de una ráfaga de viento que lo desplomó.

Próximo al lugar de su caída ya hay unos cuantos pinos, de su misma especie, que fueron plantados hace unos cuántos años, y que ya han alcanzado un buen tamaño y nos garantizan la continuidad de esa especie en nuestro Camposanto.

Los componentes de la Junta de nuestra Hermandad cada día somos más viejos, y al contrario de lo que sucede con los pinos, la incorporación de jóvenes con ganas de trabajar para mantener activa ésta Hermandad, prácticamente no existen.

Hacemos un llamamiento a vuestro corazón y conciencias. No podemos, racionalmente, admitir y consentir que la memoria de nuestros mártires pase, con el tiempo, a formar parte de una simple acotación histórica.

Estamos formal y moralmente obligados, con nuestro desinteresado aporte económico y trabajo, a perpetuar la memoria de nuestros mártires.

No tenemos ningún tipo de subvención o ayuda exterior. La existencia de nuestra Hermandad es de nuestra absoluta responsabilidad y su única motivación es la de rezar, dar culto y mantener nuestro Camposanto para mantener viva la memoria de nuestros familiares, amigos, sacerdotes y religiosos de diferentes Ordenes que fueron injusta, cruel y salvajemente asesinados por unos malvados cuyo código ético es tan primitivo y simple como el de la eliminación física de todo aquel que no participe de sus ideas.

Nuestros mártires, por la época y circunstancias en que ocurrieron los hechos, nunca nos pudieron pedir nada y en cambio sí nos lo dieron todo, absolutamente todo.

Dieron su vida con la fe, ilusión y esperanza de proporcionarnos una vida mejor que la que ellos tuvieron. Seguro que ninguno quería morir. Seguro que sus últimos pensamientos fueron para nosotros. Seguro que su mayor dolor fue la renuncia a volvemos a ver. En conciencia, no podemos olvidamos de su sacrificio y pagarles con nuestra ingratitud o pasividad.

Hay dos factores, en la faceta física, que son fundamentales y necesarios para que nuestra Hermandad pueda subsistir, y que se complementan, como son los recursos económicos y personales que administren esos recursos.

La falta de voluntarios para cooperar es alarmante, todo queda, siempre, en un fervor, espontáneo, que al no estar apoyado por una meditación y propósito firme de llevarlo a cabo, en unos días se diluye y queda en la nada. Hay que asumirlo con cariño, firmeza, ilusión y voluntad de entrega para mantener viva ésta Hermandad y hacerla cada día más fuerte y segura para que nos libere de la pesadumbre de su posible desaparición.

En el aspecto económico la situación no es mucho mejor. Las limitadas reservas económicas día a día van mermando y actualmente los gastos superan a los ingresos.

Tenemos una administración totalmente espartana. La Junta no percibe ningún salario ni retribución por ningún concepto y todos los gastos que ocasionan sus desplazamientos para diferentes gestiones e intento o solución de los problemas que surgen los asumen a título personal.

Hay gastos puntuales que tenemos que soportar: Salario y seguridad social del guarda, consumo de luz, diferentes reparaciones de mantenimiento, publicación de la Hoja, seguro de alarma, autobús, etc.

Esta Junta lamenta con infinita pena y rabia, que siendo varios los miles de mártires que ocupan las fosas comunes de nuestro Camposanto, sean tan pocos sus deudos que lo visitan, acudan los primeros Domingos de cada mes a la celebración de la Santa Misa que se celebra en su memoria y ayuden económicamente al mantenimiento del mismo.

Esta Junta quiere que el Camposanto esté limpio de hierbajos y hojas, especialmente las fosas, y que las pocas instalaciones que tenemos estén en perfecto estado pero con los recursos que tenemos esto es imposible de lograr.

Las aportaciones fijas de algunos socios, que siempre son los mismos, no se han actualizado y sin embargo los gastos se han actualizado.

Esperamos de todos vosotros que os mentalicéis de nuestra situación actual y queremos y necesitamos que nos apoyéis con vuestras aportaciones económicas para seguir manteniendo nuestro Camposanto en unas condiciones dignas y con vuestra ayuda personal poder seguir gestionando los fines de nuestra Hermandad.

Os pedimos, lo necesitamos, que contribuyáis con una cuota mensual, aunque sea pequeña, no importa, si somos muchos con muchos pocos lograremos buenos resultados. Domiciliar estas aportaciones en un Banco para que lo ingresen en las cuentas que tiene la Hermandad y que referenciamos en todas nuestras Hojas.

Para vuestra ayuda personal, contactad con cualquiera de ésta Junta. Aportad vuestras sugerencias y ayudadnos a llevarlas a cabo.

Dios os lo premiará

El pasado siglo XX mostró entre sus características más terribles de su historia, el genocidio masivo y el exterminio humano por razones políticas, raciales y religiosas, incluidos amplios sectores de una población inocente que no renunció a su religión y a su forma de pensar o actuar.

Recientemente a salido el libro Paracuellos-Katyn. Un ensayo sobre el genocidio de la izquierda del historiador don César Vidal, obra muy oportuna y necesaria para todos aquellos que tienen olvidada la reciente historia y la intervención soviética en la guerra civil española.

Partiendo de documentos oficiales que abarcan desde los diferentes archivos diplomáticos a los archivos de la desaparecida Unión Soviética, y desde los testimonios oculares en ambos casos a los relatos de algunos de los protagonistas -que aún viven-, el presente libro nos permite contabilizar y señalar por primera vez, el número de víctimas no sólo de Katyn en Polonia sino también de Paracuellos en España -aunque incompleto-, así como las circunstancias concretas y los responsables directos de los hechos relatados.

El presente libro constituye un estudio histórico sobre unos crímenes contra la Humanidad llevados a cabo tanto en Paracuellos como en Katyn, y precursores éstos del gran Holocausto cometido en los campos de concentración alemanes como Auschwitz, Treblinka, etc. En los dos casos que nos ocupa, el resultado fue la exterminación masiva de presos realizada en diferentes tandas de fusilamientos y enterrados seguidamente en fosas comunes. En el primero de los casos, los asesinatos fueron llevados a cabo por milicias del Frente Popular y dirigidas mayoritariamente por comunistas españoles, si bien en el segundo, las atrocidades cometidas no fueron obra de incontrolados sino de las más altas autoridades rusas, y siempre como paso previo e indispensable para la implantación de la dictadura del proletariado en occidente europeo.

Aunque a primera vista no lo parezca, los dos lugares presentan cierta similitud. Si en el cementerio de los Mártires de Paracuellos existen siete fosas comunes, en el bosque de Katyn, también fueron encontradas otras siete fosas comunes. En ambos casos, sus fosas están orientadas hacia el Suroeste, incluso las más grandes tenían y tienen la forma de la letra ‘L’. En la descripción de los cadáveres exhumados de esa fosa de Katyn, las víctimas tenían las manos atadas, lo mismo que los fusilados en Paracuellos según abundantes testimonios, incluso también se enterraron en ambos lugares muy cerca de un río, el Jarama y el Dnieper respectivamente, incluso los entornos de ambos lugares están muy próximos a una colina y en los dos crecían grandes pinos, lugares ambos donde fueron masacrados una gran parte de la oficialidad de los dos países. Para más similitud, también en las dos ocasiones los presos fueron trasportados en autobuses y los que fueron asesinados en Soto de Aldovea, cercano a Torrejón de Ardoz, también estuvieron muy cerca de un ‘castillo’, lo mismo que el de Dnieper en Katyn. Lo único que separa a estos asesinatos en masa aparte de la fecha de sus inicios, es que en el cementerio de Paracuellos nunca hubo exhumaciones y sí una gran inhumación de cadáveres traídos de otros lugares al poco tiempo de terminar la guerra. Por el contrario, en Katyn, todos los cadáveres fueron exhumados por orden de las autoridades alemanas y enterrados posteriormente en un cercano cementerio. Del informe de la Cruz Roja sobre la exhumación de los asesinados en Katyn, sólo fueron identificados 2.815 de los 4.413 fusilados, sin duda un número muy aproximado al total de los que reposan en el cementerio de Paracuellos de Jarama.

Sin duda, el reconocimiento oficial por los asesinados en Katyn llegó finalmente en 1998, cuando el ruso Boris Yeltsin y el polaco Alexander Kwasniewski, ambos presidentes de sus respectivos estados, llegaron al acuerdo de alzar un monumento en aquel lugar, cosa que en Paracuellos, aún las víctimas y familiares de aquellos mártires, están esperando de que algún presidente de gobierno se digne visitar o en presidir algún acto oficial o religioso, como así lo hizo Yeltsin cuando ante un sacerdote polaco, se inclinó para besar la cinta de una de las coronas que él mismo había colocado al pie de la cruz de Katyn.

En definitiva, en los dos lugares cientos de cruces blancas recuerdan aquellos muertos inocentes que dieron su vida por su patria y por defender su fe.


Entrevista realizada por la periodista Victoria Prego a D. Felipe Ezquerro, periodista, y experto en aeronáutica, superviviente de una checa y que publicó el diario “El Mundo” el pasado 6 de septiembre.

Ir a misa, leer el ABC o ser de un partido de derechas. Cualquiera de esas tres cosas era suficiente para que te detuvieran. Yo tenía 25 años y no sé por cual de ellas me detuvieron a mí porque yo cumplía las tres condiciones: leía el ABC, era de Acción popular e iba a misa. Creo que fue un chivatazo, pero no sé de quién. Me detienen en mi casa tres individuos y me llevan al Palace Hotel, donde había una checa. Eran las seis de la tarde del 16 de Noviembre de 1.936 nada más entrar me dice uno: ¡Tú eres cura o tienes cara de cura!

Así que la cosa empieza mal, pero se produce entonces el bombardeo aquel que Alberti proclamó que era un ataque contra el Museo del Prado, pero que estaba dirigido contra el Hotel Savoy, donde estaba el Estado mayor de los rusos, muy cercano al Museo. En el Palace temblaron hasta los cimientos. Y aquella gente dijo: ¡A éstos meterlos ahí, a ver si les entra una bomba por el balcón y les abre la cabeza!. Y nos metieron en una habitación que daba a la calle de Medinaceli. Ellos se fueron al refugio.

Después me llevaron a la Dirección General de Seguridad, donde estuve dos días, y el día 18 me llevan a la cárcel de Ventas. En el sótano en el que yo estaba éramos 72 presos. El 27, cuando estábamos en el patio, se presentan tres forajidos, no les puedo dar otro nombre, de la checa de Fomento, que dicen: ¡Los del sótano tercero derecha, que se vuelvan a su sótano! Luego viene uno de ellos, un tipo pálido, con un sombrero de fieltro negro y un abrigo negro, y nos dice: “El Gobierno legítimo de la República está en lucha contra los facciosos. ¿Cuántos estáis dispuestos a combatir a favor de la República?”

Ninguno

¡Sepárense, no quiero tactos de codos, sepárense!

Nos separamos. Repite la arenga y dan el paso cuatro.

Luego nos toman declaración en tandas de 15. Yo subí en la tercera, pero con la tanda mía se suspendieron los interrogatorios porque coincidió con la hora del rancho. Y los casi treinta que habían quedado pendientes de interrogar, esos se libraron: no se volvieron a ocupar de ellos. En el interrogatorio, el hombre que me precedió era un camarero de la UGT y le dijo al hombre del sombrero que tenía un teléfono en el que podía comprobar lo que estaba diciendo. Entonces el del sombrero se ausenta y es el otro el que me interroga a mí.

¿Por qué no has dado un paso al frente? me pregunta. Y yo le doy una respuesta absurda, disparatada: “Porque no lo he creído oportuno” ¡Eso fue lo que dije!

El caso es que esa madrugada me despierto porque hay un miliciano en la puerta que está leyendo una serie de nombres. Se van levantando uno, dos, tres... Todos los que habían ido conmigo a declarar. La mayoría era consciente de a dónde les llevaban. Y, de los 45 que habíamos ido a declarar, en la cárcel solo nos quedamos siete. Luego supimos que los habían matado. Nosotros habíamos salvado la vida, de momento.

El 30 de Noviembre se repite la historia en otra sala. Pero había una sala en la que estaban presos los religiosos y al cuidado de ella estaba un vigilante, Raúl Salvador Ramos, que todavía vive. Y cuando éstos individuos fueron a llevarse a todos los religiosos, éste hombre sacó una pistola, soltó una blasfemia horrorosa y dijo ¡De aquí no me sacáis a nadie! ¡Y no los sacaron!

Las sacas se terminaron el 4 de Diciembre y la última saca salió de la cárcel de Porlier. Y lo sé con mucho detalle porque eso afectó al que iba a ser mi suegro, que le tenían allí detenido. En Porlier organizaron ese día dos sacas: una por la mañana, en la que iba mi suegro, Tomás García Noblezas, y dos de los que serían mis cuñados. Los llevaban atados con alambres de dos en dos. Los que salieron de madrugada en la primera saca murieron asesinados en Paracuellos. Pero la segunda expedición salió más tarde porque se estropeó el camión. Justo el tiempo en que Melchor Rodríguez tomó posesión del cargo de director general de Prisiones de Madrid. ¡Y un simple director general de Prisiones fue capaz de detener aquella sangría que el jefe de Orden Público, Santiago Carrillo, no detuvo!

Yo seguí en la cárcel y el día 10 de Diciembre viene un funcionario con éste papelito en la mano (me enseña un papel que dice: “Por la presente se acredita que Felipe Ezquerro Ezquerro sale en libertad el día de hoy por orden del Exmo. Señor Director General de Seguridad. Madrid, - sin fecha -, de diciembre de 1.936”) Fíjese, fíjese que la fecha está en blanco.

Pero cuando recojo mis pertenencias y me voy hacia el rastrillo me cruzo con ese Raúl Salvador Ramos, el que había salvado a los sacerdotes, y me dice: “¿A dónde vas a éstas horas? Eran las ocho o las nueve de una noche de una niebla tremenda.

Me acaban de poner en libertad.

 ¿Ah sí? ¡Espera, espera aquí un momento!

Y desde dentro veo que sale a la puerta y que fuera hay un coche con el motor en marcha y los faros encendidos.

Él se acerca al conductor, le habla al oído y el coche se marcha. Entonces él vuelve a donde estoy yo y me dice:

¡Sal ahora, sin volver la cara atrás, deprisa y escóndete donde puedas!

Nunca supe lo que le diría. Pero la realidad es que yo me escapé, llegué a mi casa y estuve escondido ya durante toda la Guerra. Había salvado la vida por segunda vez.