HOJA INFORMATIVA

HERMANDAD DE NTRA. SEÑORA DE LOS CAÍDOS DE PARACUELLOS DE JARAMA

Boletín Nº 45 - Mayo 2004


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El Camposanto de Mártires de Paracuellos

 

A diferencia de lo que ocurre en otros Cementerios, el ambiente del Camposanto de nuestros Mártires de Paracuellos nunca nos ha inspirado tristeza, sino una serena calma donde se respira una plenitud reconfortante. Al entrar allí siempre recibimos un cálido soplo de vitalidad y la fuerza espiritual de unos altos Ideales. Es sin duda un altar de la Patria, una antesala del Cielo, donde se palpa la presencia de Dios y de España, donde todo resplandece con la luminosidad propia de lo Santo, y donde la Paz y el equilibrio nos llenan siempre de profundo consuelo y de ánimo, empujándonos a mantenernos en los Ideales y Valores que fueron siempre Guía de nuestros Caídos, hasta el punto de dar sus vidas por ellos.

Así es como no podemos dejar de preguntarnos:

1.    ¿Por qué Paracuellos es un “Cementerio distinto”?

2.    ¿Por qué la gente no va a oír Misa en otros Cementerios todos los primeros domingos de mes y a visitar en ellos a otros familiares fallecidos?

3.    ¿Quién va como norma 10 ó 12 veces en un año a visitar a sus familiares en otros Cementerios?

4.    ¿Cuántos Cementerios hay en España donde únicamente reposen los restos de varios miles de asesinados por su fé en Dios y su amor a España, en el mismo periodo de unos pocos días?

Es comprensible que cualquier persona que no tenga un conocimiento y una cierta relación de cercanía con lo que es y significa el Camposanto de los Mártires de Paracuellos, difícilmente puede llegar a sentir y comprender que aquello no es “un Cementerio más” y que allí no predomina el ambiente habitual de una triste pasividad, sino todo lo contrario: una plenitud resplandeciente, llena de espiritual vitalidad, que nos anima y empuja a seguir el Camino que Ellos nos marcaron.

Todo lo que sentimos al entrar en el Camposanto, es difícil de explicar con palabras. Se trata de unos sentimientos profundos, muy arraigados en nuestros corazones.

La imagen de nuestros Caídos que, indefensos, supieron morir con honor y heroico espíritu cristiano, perdonando a sus asesinos, no nos inspira ninguna idea deprimente. Y el inevitable dolor que su ausencia nos causa tiene, en el fondo de nuestras almas, el enorme consuelo del orgullo y la admiración que sentimos hacia Ellos.

El Camposanto es un jardín natural lleno de paz y de armonía, iluminado por la fuerza de unos elevados ideales y de unas firmes creencias. Es un ambiente que nos hace casi tocar el Cielo con renovada y consoladora esperanza. Allí se recibe directamente la idea de que el heroico sacrificio de nuestros Mártires tenía un “por qué” basado en los más altos conceptos de Dios y de Patria. Ellos aceptaron sin odio, voluntaria y conscientemente, dando un paso al frente, aquél gesto supremo de entregar sus vidas perdonando, antes que renegar de sus convicciones.

Y a nosotros, sus más allegados familiares, descendientes y amigos, el Camposanto de Paracuellos nos empuja a seguir cultivando la semilla que Ellos regaron con su sangre para que no deje de dar el esperado fruto que todos deseamos.


Los Primeros Asesinatos En La Estación Del Pozo

 

El jueves 11 de marzo de 2004 Madrid sufrió el más trágico atentado terrorista de su historia con 191 muertos y más de 1.500 heridos. En varios trenes cerca de las estaciones de El Pozo del Tío Raimundo, Santa Eugenia y Atocha. El dolor y el luto nacional anularon la campaña electoral por decisión unánime de los políticos. Tres días después se celebraron las elecciones generales que dieron la victoria contra todo pronóstico al PSOE tras ocho años de gobierno del Partido Popular, aunque este trágico suceso no fue el primero que ocurrió en El Pozo del Tío Raimundo.

Así el mismo día 10 de agosto de 1936, y después de la salida de un primer tren repleto de presos procedentes de la catedral de Jaén –convertida en prisión donde se encontraban 1.200 presos procedentes de la misma capital y de otras localidades de la provincia - con destino a la cárcel de Alcalá de Henares vía Madrid, se organizó otra consecutiva expedición –en un segundo tren- también procedente de Jaén capital con otros 250 presos y con el mismo destino que el anterior. Horas antes de que éste segundo tren llegara a Vallecas, hizo una parada en el cercano y anterior pueblo de Perales del Río, según declaración de don Venancio Martínez González, el 19 de diciembre de 1939, ante los jueces de la Causa General.

Desde entonces el llamado segundo Tren de la Muerte que llegó el día 12 del mismo mes a las proximidades de Madrid, la entonces cercana localidad de San Cristóbal de los Ángeles, donde se encontraba la ‘estación o apeadero de Santa Catalina’ cercana al pueblo de Vallecas, allí, un abundante número de milicias armadas procedentes de dicho pueblo les esperaban en el apeadero, haciéndose de inmediato con los diez vagones del convoy y conduciéndolos acto seguido a un lugar llamado ‘El Pozo del Tío Raimundo’.

En éste segundo tren, según declaró el superviviente don Andrés Portillo Ruiz, bajo juramento en la Causa General: “Entonces como ya estábamos en poder de los rojos, estos pusieron el tren en marcha con dirección a Alcalá de Henares, pasado en ésta línea el apeadero de Santa Catalina, hay un sitio que se llama ‘POZO DEL TIO RAIMUNDO’ donde paró el tren y bajando a los detenidos por la cabeza del tren de 10 en 10 no sin antes quitarles todo cuanto a ellos se les figuraba de valor...”

 Acto seguido les hicieron bajar a todos, y en pequeños grupos los fueron fusilando en el repecho que había próximo al cerro de Santa Catalina, mientras que unos 40 lograron salvarse saltando del tren en el momento de ser éste detenido en aquel apeadero. Estos fueron seguidamente detenidos y conducidos al pueblo de Vallecas, donde después de una larga deliberación entre milicianos y miembros de los comités del pueblo, fueron posteriormente conducidos a la cárcel Modelo de la capital, según relata en su libro Don Ángel Aparicio Alonso: “Un día llegaron SEIS detenidos procedentes de Jaén. Eran los supervivientes del ‘tren de la muerte’, que fue detenido en Vallecas... Nos contaron el caso del sacerdote al que torearon y mataron con un estoque, como si de un toro se tratara”. Algunos de ellos serían más tarde asesinados en Paracuellos, mientras que todos los demás unos 189, fueron enterrados en dos nuevas zanjas abiertas junto a las tapias del cementerio de Vallecas.

Después de la guerra, se lograron rescatar un total de 206 cadáveres entre ellos el del Sr. Obispo de Jaén Monseñor Manuel Basulto Jiménez, junto con su hermana Teresa y el Vicario General D. Félix Pérez Portela y demás compañeros, los cuales fueron exhumados y trasladados a sus lugares de origen. En la catedral de Jaén se encuentran varias lápidas de mármol con los nombres de todos ellos, a excepción de algunos y de dos monjas Hijas de la Caridad que también fueron fusiladas.

Recordemos que en la misma estación de Atocha durante aquella época, ya funcionaba una checa  en el llamado ‘Salón Regio’ –entonces Salón Rojo-, la cual fue trasladada en octubre de 1936 a la calle Príncipe de Vergara, número 9, siendo sus miembros integrantes de las Milicias Ferroviarias Aragonesas de la CNT, y dirigidas por Eulogio Villalba Corrales.


Delegación Para La Causa De Los Santos

BOLETÍN OFICIAL de las DIÓCESIS de la PROVINCIA ECLESIÁSTICA de MADRID

 

CAUSA DE CANONIZACIÓN

ANTONIO MARÍA ROUCO VARELA

CARDENAL-ARZOBISPO DE MADRID

 

Sor Josefina Salvo Salanova, Vicepostuladora legítimamente constituida en la Causa de los Siervos de Dios, P. José María Fernández Sánchez y XXXVIII compañeros [Paúles]:

 

H. Gil BELASCOAIN ILAGORRI, † 7-11-36, Paracuellos.

P. Victoriano REGUERO VELASCO, † 7-11-36, Paracuellos.

P. Laureano PÉREZ CARRASCAL, † 8-11-36, Paracuellos.

H. José GARCÍA PÉREZ, † 28-11-36, Paracuellos.

P. Pedro-Pascual GARCÍA MARTÍN, † 30-11-36, Paracuellos.

H. Joaquín ZUBILLAGA ECHARRI, † 30-11-36, Paracuellos.

P. Francisco MORQUILLAS FERNÁNDEZ, † 30-11-36, Paracuellos.

Y el seglar don Miguel AGUADO CAMARILLO, † 27-11-36, Paracuellos.

 

Me pide introduzca la Causa de Canonización de dichos Siervos de Dios.

 

El artículo 11/b de la NORMAE SERVANDAE de la Congregación de las Causas de los Santos, de fecha 7 de febrero de 1983, establece que debe hacerse pública en la Diócesis la petición del Postulador, invitando a todos los fieles a que manifiesten todo aquello que pueda ser útil en la Causa, tanto a favor como en contra de la misma.

En consecuencia exhorto a todos los fieles de esta Archidiócesis, para que en el plazo de 40 días, a partir de la publicación de este decreto, expongan a mi o a mi Delegado Episcopal para las Causas de los Santos, todo aquello que pueda ser útil en la introducción de la mencionada Causa, incluso lo que pueda ser contrario a la misma; y presenten los escritos o documentos que tengan en su poder relativos a las Siervas de Dios.

Madrid, 29 de enero de 2004


CONGRESO EN ROMA SOBRE LA PERSECUCIÓN RELIGIOSA DEL S. XX EN ESPAÑA

 

Los mártires beatificados y canonizados no murieron por razones políticas

 

ROMA, 21 de enero de 2000 (ZENIT).- Comenzó ayer en Roma una serie de Simposios internacionales organizados por el Ateneo Pontificio «Regina Apostolorum» sobre los mártires del siglo XX. El primer capítulo afrontado por estos encuentros fue el de la persecución religiosa en España (1931-1939).

Entre los relatores se encontraba uno de los máximos expertos en estos complicados años de la historia española, monseñor Vicente Cárcel Ortí, así como el padre Idelfonso Moriones, postulador de las causas de beatificación y canonización de los Carmelitas Descalzos; Silvia Correale, postuladora de la diócesis de Valencia; y don José Francisco Guijarro, postulador de la diócesis de Madrid. La sesión concluyó con la celebración eucarística presidida por el obispo Cipriano Calderón, vicepresidente de la Comisión Pontificia para América Latina.

Según los recientes estudios de monseñor Antonio Montero, obispo de Mérida-Badajoz, entre el 18 de julio de 1936 y el 1 de abril de 1939 fueron martirizadas en España 6.832 personas, de las cuales 4.1184 pertenecían al clero diocesano, 12 obispos, 1 administrador apostólico, 2.365 religiosos y 238 religiosas y religiosas. Han sido beatificados ya 238 mártires: 219 religiosos, 4 obispos, 3 sacerdotes diocesanos, 2 laicos y una consagrada. Los primeros nueve mártires de la persecución española fueron canonizados por Juan Pablo II el pasado 21 de noviembre en el Vaticano.

Sin embargo, no todos están de acuerdo con esta decisión del Papa. Si bien los procesos de beatificación han dejado claro que estos mártires no estuvieron implicados en ningún tipo de actividad política, sino que murieron «in odium fidei» (a causa del odio de la fe), algunas personas consideran que estas beatificaciones implican un apoyo al Alzamiento Nacional dirigido por el dictador Francisco Franco.

Para comprender lo que sucedió en aquellos años, Zenit ha entrevistado a monseñor Vicente Cárcel Ortí, autor del libro «Mártires españoles del siglo XX» (BAC, 1995), auténtica enciclopedia sobre los religiosos condenados a muerte en aquel período de la España republicana. De hecho, el sacerdote aclara que «a diferencia de lo que se piensa normalmente, la persecución española comenzó en 1931 y no en 1936». Y añade: «La Constitución republicana  fue aprobada el 9 de diciembre de 1931 y para el 16 de enero de 1932 todos los maestros de escuelas de España recibieron una circular que les obligaba a retirar de la escuela todo símbolo religioso. De este modo, fueron suprimidos los crucifijos. El 24 de enero, fue disuelta la Compañía de Jesús. El 6 de febrero fueron secularizados todos los cementerios. A partir del 11 de marzo, se suspendió en todos los institutos escolares la enseñanza de la Religión».

 

Persecución sin precedentes

Sin embargo, según explica Cárcel Ortí, lo peor vino después. El objetivo siguiente fue borrar del mapa a la Iglesia en España. «Fue una persecución religiosa sin precedentes --añade--. Se destruyó, quemó, saqueó, todo aquello que tenía algo que ver con la Iglesia: templos, seminarios, residencias de obispos, conventos, sedes de asociaciones católicas... Algunas iglesias fueron destrozadas y con ellas los tesoros artísticos que custodiaban. Las pérdidas del patrimonio histórico y artístico fueron inmensas e irreparables. Jóvenes y no tan jóvenes fueron asesinados únicamente por ser creyentes. Con ejecuciones sumarias. En muchos casos los perseguidores instigaban a abjurar de la fe. Muchos sacerdotes y laicos fueron asesinados por no querer blasfemar. Y no hablemos de los sacrilegios: los perseguidores vaciaron sagrarios, descargaron su pistola contra el santísimo sacramento o contra imágenes de María, comieron todo lo que se encontraba en los copones, arrojaron las hostias por las calles. Todo lo que tenía carácter sagrado era destruido. No era una persecución política».

Entonces, ¿cómo se explica usted todo ese odio contra la Iglesia? «El primer responsable fue la Masonería --responde Cárcel Ortí-, que ejerció un influjo notable en la legislación anticatólica de la República, con campañas de difamación contra la Iglesia. Junto a la Masonería había fuerzas radicales que querían debilitar las tradiciones religiosas del pueblo español.  Además, hay que tener en cuenta la acción de los comunistas de 1936 a 1939, que eran dirigidos por Moscú. No es un secreto el hecho de que Stalin quería hacer de España una "democracia soviética". La indisciplina, la corrupción y la vulgaridad de las tropas que combatían al servicio de los comunistas fue denunciada por George Orwell, en "Homenaje a Cataluña"»…

Sin embargo, muchos acusan a la Iglesia de colaboracionismo con el régimen de Franco. El historiador recuerda sin embargo que «Los obispos fueron la única voz crítica contra el régimen de Franco. Ciertamente mostraron gratitud al Caudillo por haber liberado España de la persecución, pero mantuvieron una cierta independencia».

 

Martirio de jóvenes laicos

Por su parte, Silvia Correale, postuladora de la diócesis de Valencia, se detuvo a analizar el testimonio de los laicos en aquellos años reunidos en torno a la Acción Católica, institución mundial (llegaba hasta China) que se enfrentó a todo tipo de totalitarismos: el fascismo, el nazismo, el comunismo y la persecución religiosa. En 1931 la juventud de la Acción Católica Española contaba con 200 centros y 10.000 socios. Su actividad se concentraba en la formación cristiana y, según arreciaba la persecución, como constaba el arzobispo de Tarragona, el cardenal F. Ruiz Hebrard, en «la caridad», para responder «a un fuego ardiente de odio que podía perdurar después de la revolución». Correale ofreció a los participantes en el Simposio internacional toda la documentación original de algunos jóvenes laicos que dieron la vida por la fe, como fue el caso de Francisco Castelló, asesinado en Lleida, el 29 de septiembre de 1936, a la edad de 22 años. Antes de morir, en una carta escrita a su novia, le aseguraba que moría por Cristo, y no por ideologías.

 

Asesinado a los siete años

Suscitó gran impacto la intervención en el Simposio internacional de don José Francisco Guijarro, postulador de la diócesis de Madrid, quien lleva trabajando desde hace tres años en la presentación de procesos de canonización por martirio de cristianos de la capital española. Ha realizado una lista de 1.250 asesinatos cometidos por motivos religiosos. El primer caso en orden cronológico fue el del hijo del sacristán de la parroquia de San Ramón Nonato, en el barrio popular de Puente de Vallecas, fusilado por los milicianos en un templo el mismo 18 de julio de 1936 a las nueve de la mañana. Tenía siete años.

Recientemente en abril de 2004 y bajo él titulo “Los mártires de la persecución religiosa española, testigos de reconciliación”, el sacerdote D. Vicente Cárcel Ortí, especialista en relaciones Iglesia-Estado en el siglo XX en España, y autor de libros como «Mártires españoles del siglo XX» (B.A.C.), respondió a las siguientes preguntas en una entrevista concedida a ZENIT:

¿Por qué cree usted que su testimonio ha pasado casi inadvertido?

Vicente Cárcel: Quizá porque son sacerdotes diocesanos y no religiosos ya que los religiosos disponen, en general, de más personas y medios que las diócesis tanto para elaborar los procesos como para difundir las biografías. Lo demuestran los datos. De 2.584 frailes y monjas martirizados, han sido beatificados más de 300, mientras que de entre los 4.184 sacerdotes diocesanos, apenas unos 50 son ya beatos. Algo semejante ocurre con los seglares, pues de unos 3.000 martirizados por motivos religiosos apenas han sido beatificados medio centenar de laicos, todos ellos católicos muy comprometidos con la Iglesia.

En ocasiones se ha acusado a la Iglesia de abrir viejas heridas con las beatificaciones o canonizaciones de mártires de la guerra civil española.

Vicente Cárcel: Ante todo una precisión. Yo nunca los llamó «mártires de la guerra civil» sino de la persecución religiosa, que en España comenzó en 1934 con los «mártires de Turón», ya canonizados, y otros muchos asesinados durante la "Revolución comunista de Asturias".

Es una polémica pretextuosa y sin sentido que tiene una gran carga ideológica y política. La Iglesia desde sus orígenes honró a los «mártires de la fe», y lo seguirá haciendo. Las instituciones civiles y militares recuerdan a los «caídos en guerra» y a las «víctimas de la represión política», tanto de la zona republicana como de la nacional, y nadie dice que esto sea reabrir heridas, aunque a veces las instrumentalizaciones políticas partidistas son evidentes.

¿Cómo pueden convertirse en signo de reconciliación estos mártires?

Vicente Cárcel: Hoy se abusa del término «mártir», que encierra varias acepciones en el lenguaje corriente, aunque la más genuina y original es la de quien sufre o muere por amor a Dios, como testimonio de su fe, perdonando y orando por su verdugo, a imitación de Cristo en la Cruz. Los demás pueden ser «héroes» o «víctimas» de ideales diversos, incluso a veces discutibles, aunque se les llama mártires porque se abusa del concepto por extensión y se aplica sin más al que sufre sencillamente por alguien o por algo.

Detrás de los «mártires cristianos» no hay banderas políticas ni ideologías: sólo hay fe en Dios y amor al prójimo. Ellos no hicieron guerras ni las fomentaron, ni entraron en luchas partidistas. Fueron portadores de un mensaje eterno de paz y amor, que ilumina nuestra fe y alimenta nuestra esperanza.

Detrás del debate «político» que algunos han querido suscitar con los mártires de la guerra civil, ¿no cree que se da también el hecho de que los católicos en España no han sabido comprender y transmitir los auténticos motivos por los que dieron su vida estos hombres y mujeres?

      Vicente Cárcel: Durante muchos años ha pesado como una losa el Régimen que tuvo España hasta 1975, y a muchos católicos les molesta la presencia de los mártires de 1936, que nada tuvieron que ver con todo lo que vino después. También molestan a los «vencidos» en la guerra, y a sus herederos ideológicos, porque los mártires denuncian la persecución religiosa de aquellos años terribles y su tozudez porque se obstinan en no querer reconocer sus responsabilidades históricas de la tragedia de 1936. Precisamente para evitar referencias polémicas al pasado, la Iglesia esperó más de medio siglo de la guerra civil para comenzar las beatificaciones (las primeras se hicieron en 1987) y que España tuviera una democracia consolidada.