HOJA INFORMATIVA

HERMANDAD DE NTRA. SEÑORA DE LOS CAÍDOS DE PARACUELLOS DE JARAMA

Boletín Nº 40 - Diciembre 2002


 

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MISA DEL DÍA 7 DE NOVIEMBRE DE 2002

Como todos los años, el pasado día 7 de Noviembre, se celebró la Santa Misa en el Cementerio de los Mártires de Paracuellos, en recuerdo y memoria de las primeras grandes sacas de presos procedentes de las cárceles Modelo, Porlier y San Antón, La santa Misa fue celebrada en esta ocasión por el Padre Jesuita Don Vicente Gijón Sigler -que ya nos ha honrado varias ocasiones con su estimada presencia- junto con los Padres Claretianos D. Ernesto Barea Amorena y D Asterio Niño, además de D. Felipe de Lope Taravillo, párroco de la localidad de Loeches, Madrid.

Una emotiva y entrañable homilía, fue pronunciada por el Padre Gijón, en ella se refirió a: “Nuestro Mártires, que dieron su vida por Dios y por España. Murieron “in odium fidei”, que es el planteamiento teológico que lleva a la canonización”.

También comentó “la inspirada reflexión de S.S. Juan Pablo II: El ateísmo contemporáneo se llamaría Escepticismo y Relativismo doctrinal”. Explicó de manera llena y sencilla que el escepticismo contempla la no-existencia de verdades absolutas. Mientras que el relativismo teológico justifica el pecado.

Por último, siendo jueves, nos recordó a los presentes los nuevos misterios del Rosario añadidos por S.S., llamados “Misterios Luminosos”, y que se rezan los jueves además de los Gozosos, Dolorosos y Gloriosos de los otros días señalados.

        Ante el gran número de fieles que se acercaban a recibir la Comunión, tres de los sacerdotes se dispusieron a administrarla desde diversos lugares de la Iglesia, pues estaba tan abarrotada que muchos de los asistentes tuvieron que quedarse a la entrada del templo.

Antes de concluir la Santa Misa, el Padre Barea, habló con emocionadas palabras recordando a todos los presentes cómo fueron los últimos momentos de aquellos presos, acompañados por religiosos Claretianos, que ante el pelotón de fusilamiento fueron absolviendo y bendiciendo a sus compañeros antes de caer a tierra y morir por defender la Fé cristiana y a su Patria, como otros miles que reposan en estas fosas comunes de Paracuellos de Jarama.

Al terminar la Santa Misa con la bendición a todos los presentes, se rezó la Oración por los Caídos.

Ya en el exterior, ante el Monolito situado frente a la fosa más larga del cementerio, se rezó un Responso y se depositó una corona de flores mientras se escuchaba la canción “La muerte no es el final”.

  A los actos, asistieron familiares, descendientes de Caídos, y compañeros de prisión durante aquel periodo, además de descendientes de Caídos de otras localidades cercanas a Madrid, que fueron a parar a la cárcel de Ventas y que, posteriormente, fueron fusilados como todos los demás.

La presencia de familiares y amigos fue en esta ocasión muy numerosa aún siendo día laborable. Y como en otras ocasiones, antes de abandonar el recinto, la gente fue depositando flores en las fosas con profundo cariño y recuerdo, dando ejemplo de cómo no hay que olvidar a los que cayeron en Noviembre y Diciembre de 1936. 

MISA DEL DÍA 29 DE NOVIEMBRE DE 2002

 Siguiendo con los actos religiosos del mes de Noviembre, el día 29 se celebró la Santa Misa en el Cementerio de los Mártires en recuerdo y memoria, de las sacas de presos de diversas cárceles entre los días 24 y 30 de Noviembre de 1936, siendo el 29 de ese mes, el día que más sacerdotes y religiosos fueron fusilados en este lugar. No hay que olvidar, que en total de religiosos asciende a más de ciento cincuenta, pertenecientes a veintiuna órdenes religiosas, y más de setenta sacerdotes del clero secular fueron fusilados en este lugar entre el siete de noviembre, y el cuatro de diciembre de ese mismo año.

En esta ocasión, la Santa Misa fue concelebrada por el Vicario Episcopal de la Diócesis de Alcalá de Henares -a la que pertenece nuestra Hermandad- en representación del Sr. Obispo Monseñor Don Jesús Esteban Catalá, siendo concelebrada también por varios sacerdotes que representaban a las órdenes religiosas a que pertenecen.

Así pues, la Santa Misa, fue oficiada por Monseñor Don Pedro Luis Mielgo Torres con los sacerdotes: Don Manuel Liébana, nuestro Capellán, Don Ernesto Barea, de la orden Claretiana. Don Eutimio González Álvarez, de los misioneros Oblatos, y los Padres Agustinos Don Carlos José Sánchez Díaz y Don Felicísimo Castaño Augusto.

La homilía de Monseñor Mielgo giró en torno al evangelio del día, haciendo un paralelismo entre los Mártires de los primeros siglos del cristianismo, y aquellos que dieron su vida por las mismas razones en 1936, entre ellos, los ya beatificados en 1992 por su S.S. Juan Pablo II: Los Hermanos de San Juan de Dios que reposan en este Cementerio. También, de forma brillante, recordó a todos los asistentes las palabras pronunciadas por nuestro Señor Jesucristo en la Cruz, antes de morir: “En tus manos encomiendo mi espíritu” y “Perdónalos, porque no saben lo que hacen”, haciéndonos ver que estas palabras o pensamientos, debieron igualmente de ser dichas o pensadas, en aquellos trágicos momentos, por aquel gran número de sacerdotes, religiosos y laicos antes de morir, sin haber renunciado jamás, a su fé católica.

Entre los asistentes, también se encontraban miembros de otras órdenes religiosas como, por ejemplo, la de los Hermanos de las Escuelas Cristianas de Griñón y algunos religiosos supervivientes de la Cárcel de Ventas.

Finalmente, el acto religioso, tras la bendición a todos los presentes, terminó con el rezo de la Oración por los Caídos.

A pesar de ser un día laborable y lluvioso, la asistencia de familiares fue numerosísima, así como la de algunos descendientes que, por primera vez, asistieron al acto religioso visitando posteriormente las fosas donde reposan sus familiares.

 

El cráneo

ABC 1 de noviembre de 2002

Por Alfonso Ussía

Estos últimos meses, muy bien filmados por las cámaras de los servicios informativos de Tele-5, se suceden uno tras otro desenterramientos de cadáveres correspondientes a víctimas de la brutalidad de nuestra Guerra Civil. Curiosamente sólo de víctimas de un lado. Tres cráneos por aquí, cinco por allá, doce en una fosa común hallada en las afueras de un pueblo o de una ciudad cualquiera. Imágenes espeluznantes que nos recuerdan la locura sangrienta de una época que muchos creíamos superada. Todos esos cráneos, según los informadores de Tele-5, vibraron de vida y sensaciones sobre los hombros de hombres y mujeres que lucharon contra los nacionales en aquella guerra terrible. El comunista Frutos ha vuelto a recordar nuestros peores tiempos exigiendo a los dirigentes del Partido Popular que pidan perdón por el 18 de julio de 1936. Es decir, que un comunista quiere remover el fango. Y exige que pidan perdón aquellos que no habían nacido cuando España se dividió en dos -a partir de la revolución de Asturias de 1934-, y la vida de los adversarios dejó de tener valor tanto de un lado como del otro. Esa estupidez de Frutos y la obsesión de los informativos de Tele-5 me animan a organizar una búsqueda, que por dejadez, por ayudar al olvido, por contribuir al abrazo que nos dimos todos los españoles con la promulgación de la Constitución, tenía en mi intención y no había llevado a cabo. Quizá, aprovechando la influencia que el Grupo Correo-Prensa Española tiene en Tele-5 podría conseguir que un par de cámaras me acompañara durante el empeño.

Mi madre, que murió hace unos meses, lo hizo con la amargura de no haber encontrado jamás el cadáver de su padre, un escritor llamado Pedro Muñoz-Seca que fue fusilado por los comunistas y anarquistas en Paracuellos de Jarama junto a otros diez mil españoles. Los comunistas anteriores a Frutos lo asesinaron por ser monárquico. Testigos de su muerte informaron a mi madre que, ya caído el cuerpo de Muñoz-Seca, fue rematado de un tiro en la cabeza disparado por un oficial de las Brigadas Internacionales. Un oficial alto y rubio que remataba con mucha efectividad y profesionalidad.

Algunos cuerpos fueron identificados, pero más de ocho mil esqueletos se reúnen en las fosas comunes de Paracuellos. La que cobija los restos de mi abuelo se hallaba junto a un viejo olivo. Sucede que un día desapareció el olivo y el punto de referencia se esfumó. El día que asesinaron a Muñoz-Seca -el 28 de noviembre de 1936-, fueron fusilados dos mil personas más. Entre ellas, niños de doce a quince años que los comunistas decidieron que no merecía la pena que vivieran por ser hijos de militares. A diez metros de mi abuelo le atravesaron el cuerpo de balas a un niño, hijo de un oficial de la Armada. Y también fue rematado por el alto, apuesto y rubio oficial de las Brigadas Internacionales mientras el pelotón de fusilamiento se tomaba unas horas de descanso en espera de otra saca de «presos trasladados a Valencia».

El empeño no es fácil, porque hallar el cráneo agujereado de un familiar entre ocho mil cráneos en las mismas condiciones resulta harto complicado. Sería hermoso que el camarada Frutos se prestara a acompañarme en tan ardua tarea. Su gesto tendría el significado de la superación del horror. El cráneo de mi abuelo, unido probablemente al resto de su esqueleto, yace en un revoltijo de huesos y otros cráneos de hombres y de niños, sin ninguna señal específica que ayude a determinar cuál es su cuerpo. Se está perdiendo un gran reportaje Tele-5 para ofrecerlo en sus informativos. Decenas de miles de españoles, hijos y nietos de aquellos inocentes asesinados, desean identificar los esqueletos de los suyos. Y lo mismo que en Paracuellos, en todos los lugares de España que fueron elegidos para los «paseos» nocturnos o los pelotones de fusilamiento. Estaban ahí callados para contribuir al abrazo definitivo. Pero si empiezan a sacar cráneos, desenterremos a todos. Y si es ante las cámaras de televisión, mejor que mejor.

AGENCIA ESPAÑOLA DE NOTICIAS DE VIDA RELIGIOSA

Disminución de Vocaciones Religiosas

Datos de la Obra Pontificia para las Vocaciones, publicados recientemente por L’Osservatore Romano, si bien son del año 2000, el misionero claretiano Pedro Belderrain, director de la revista Vida Religiosa, señala que “el volumen que la vida religiosa sigue presentando en la vida eclesial no puede cuestionarse sin ligereza”.

Comparándolos con estadísticas anteriores, el número de religiosos y religiosas ha experimentado un innegable descenso. Desde 1978, hay 229.417 religiosos y religiosas menos (han pasado de 1.225.056 de 1978 a los 995.639 en el año 2000), con lo que la vida religiosa ha sufrido una pérdida numérica del 18,73% de sus efectivos. La disminución más fuerte se ha producido, porcentualmente, entre los varones no ordenados, pues los religiosos laicos han pasado de ser 75.802 en 1978 a los 55.057 de 2000, es decir, un 27% menos. Le siguen las religiosas, que han sufrido un descenso del 19,13%. Aunque la disminución es menor entre los religiosos sacerdotes, que en la actualidad son 139.397, un 12% menos que en 1978.

Por continentes, en 1978 el 9% de los religiosos residían en Asia, mientras que hoy lo hace el 16,44%. La vida religiosa africana suponía el 4,25% de la vida religiosa mundial, cuando hoy representa el 7%. América prácticamente permanece invariable (29,66%), y en cambio Europa pierde, pues 54 de cada 100 religiosos eran en 1978 europeos y hoy sólo lo son 45.

EVOCACIÓN DEL CAMPO DE PARACUELLOS

 

Escrito por Dª. Andrea Pinés en 1989

 

Un radiante día del año mil novecientos treinta y nueve, recién acabada la guerra, en compañía de mi madre, de mi hermana y hermano (q.e.p.d.) visité por primera vez el Camposanto de Paracuellos de Jarama. Los familiares de los mártires habíamos sido convocados.

En aquella mañana, la espléndida luz del sol pretendía paliar con su presencia la tristeza que el recóndito lugar causaba. Formando grandes grupos contemplábamos absortos un paisaje encantado en un costado del valle, el oscuro montículo que lo presidía, y sobre todo el suelo, en donde largas filas de zanjas cubiertas de tierra extendíanse mostrándonos sus abombadas vertientes. Solo una de aquellas zanjas, profunda, permanecía en parte descubierta.

Comenzamos a caminar por las sendas que formaban la separación de unas y otras filas, cuando el ruido que producía el motor de un pequeño “caza” descendiendo sobre nosotros nos arrancó de nuestras meditaciones.

Estando ya el aparato a baja altura, comenzaron desde él a arrojar una lluvia de flores sobre las cubiertas zanjas, timbas de los mártires. El rostro, sin protección alguna, del piloto era perfectamente reconocible. Desde la carlinga nos sonreía y su famoso nombre corrió de boca en boca.

Una y otra vez sobrevoló la sagrada tierra, arrojando más y más flores. En la última  pasada casi tocó las cabezas de los más altos que en el Camposanto se encontraban y aunque sobrecogidos, todos permanecimos en pie.

Al evocar aquellos hechos, recuerdo que entonces yo tenía  veintiún años. Ha trascurrido medio siglo. A lo largo de este tiempo, la tierra del cementerio fue aplanada, rodeándolo de una tapia y en memoria de los mártires se erigió una capilla.

Hoy todavía queda mucho por hacer, mucho que conservar en aquel amado rincón de nuestra Patria. Todos nosotros, familiares y descendientes –ya cuatro generaciones- de los que allí cayeron, debemos recordarlos con veneración y generosamente aportar nuestro dinero para que sus sepulturas se conserven y su entorno se embellezca.

Si así lo hacemos seremos dignos de aquellos hombres que perdonaron y murieron gallardamente con un himno de alabanza al Señor:

                            “Cantemos al Amor de los Amores,

                              cantemos al Señor....

Por Andrea  Pinés