HOJA INFORMATIVA

HERMANDAD DE NTRA. SEÑORA DE LOS CAÍDOS DE PARACUELLOS DE JARAMA

Boletín Nº 31 - Marzo 2000


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Cultos del LXIII Aniversario en el camposanto de Paracuellos (Nov.-Dic. de 1999)

Los ACTOS CONMEMORATIVOS del mes de Noviembre y de Diciembre se celebraron como estaba previsto, y con la asistencia habitual de otros años. Pero esta vez resultaron especialmente reconfortantes, ya que contamos con la inestimable presencia del Arzobispo de Mérida - Badajoz, Monseñor Montero Moreno que ofició la Santa Misa del día 7, así como la de Monseñor Esteban Cátala, nuestro actual Obispo de Alcalá, que días más tarde, con ocasión de la Festividad de los Santos Mártires de Paracuellos, presidió igualmente los Actos oficiando la Santa Misa. No en vano, tenemos el hecho de que son cerca de doscientos los religiosos de distintas Ordenes y Congregaciones que también reposan en el Camposanto de Paracuellos, al igual que otros ochenta sacerdotes del clero secular, que en aquellos días aciagos ejercían su labor pastoral como párrocos o como coadjutores en diversas Iglesias de Madrid, tanto de la capital como de la provincia.

Tampoco podemos olvidar que va en aumento el número de religiosos y de sacerdotes aquí enterrados, que están siendo beatificados, como los 22 hermanos de San Juan de Dios. El próximo mes de Septiembre de este año 2000 habrá beatificaciones en Roma entre las que están previstas las de otros 23 monjes de diversas Ordenes, enterrados en Paracuellos.

Enviamos  nuevamente  a Monseñor Esteban nuestro agradecimiento, lo mismo que a Monseñor Montero, valorando especialmente que, para acompañarnos en este Acto, se desplazase hasta Paracuellos desde su Diócesis de Badajoz.

Pedimos al Señor para ambos que les dé la fortaleza necesaria, y les ilumine, para seguir desarrollando   con   acierto   las   grandes responsabilidades del alto Ministerio que les ha sido encomendado.

Sabemos que en sus oraciones tendrán siempre presentes a nuestros Mártires de Paracuellos.

El que lo desee, puede solicitar a la Junta los vídeos de los cultos del 7 y 29 de Nov de '99.

 

Indulgencia Plenaria para los asistentes a los Cultos de Noviembre

En Julio del año pasado, nos pusimos en contacto con la Penitenciaría Apostólica del Vaticano para tratar sobre la concesión de una Indulgencia Plenaria y la Bendición Apostólica para los fieles que asistieran a los Cultos Religiosos de Noviembre en el Camposanto, habiendo recibido su amable respuesta señalándonos las condiciones necesarias para su concesión así como el trámite de la solicitud, que debe cursarse a través del Sr. Obispo de nuestra Diócesis, contando con su aprobación.

Esta vez, por demoras en el correo y retrasos imprevistos, no fue posible cursar a tiempo nuestra petición, pero esperamos poder hacerlo con mayor éxito próximamente.

Caso de obtener la concesión a que nos referimos, se comunicará oportunamente a los miembros de la Hermandad para general conocimiento.

La junta directiva

 

Homilía de monseñor Esteban el 29 Nov. 99

 Resumen extraído de la grabación en Vídeo

Del Libro de las Crónicas (Antiguo Testamento).

La actitud que se desprende del Libro de las Crónicas es de todos los tiempos. Quién abandona el camino de Dios y sirve a los ídolos, no tiene en cuenta a quién quiere servir a Dios. El mismo Zacarías, hijo de Sacerdote, denuncia esta situación y al final le apedrean y muere.

El Señor había enviado sus profetas para que se convirtiesen, pero no le escucharon. Eso ocurrió hace muchos siglos. Ocurre en muchos sitios de la humanidad hoy, y ocurrió también en los tiempos de la persecución religiosa en España. Siempre hay gente que no escucha la Palabra de Dios y a los testigos del Evangelio.

La fiesta de hoy, 29 de Noviembre de 1.999, nos pone en consideración de proclamar a quienes han dado su testimonio con su sangre. Son proclamados felices: feliz el que está con el Señor, feliz el que ha sido capaz de entregar su vida por Dios, feliz el que ha escuchado su palabra y ha intentado vivir como esa palabra de Dios.

A nosotros también nos quiere hoy que seamos felices en el sentido del Beato, en el sentido original de la palabra Beato: que seamos felices, porque demos testimonio del Dios vivo y Verdadero.

La 2a Lectura, que es de la primera carta de San Pedro, nos dice que estemos siempre dispuestos a dar toda nuestra esperanza. La Fe que uno vive, del Amor a Dios y a los hermanos no es para vivirla de manera interna. El Señor pide que la vivamos testimonialmente, que con nuestras palabras y con nuestras oraciones, con nuestros pensamientos, seamos felices testigos del Amor a Cristo; y si toca dar ese testimonio, Pedro nos dice que lo hagamos de manera suave, de manera serena, que no hagamos tensiones o conflictos y que vivamos una Fe tan madura que seamos capaces de explicar por qué vivimos esa Fe.

Los Beatos martirizados van atados a la razón de su Fe con palabras; después, al final... con la rúbrica de sus actos, de su vida. Cuando uno da la vida, está queriendo decir claramente que ese Bien, sea la Fe, sea el Amor de Dios, es lo más importante. Más que la propia vida. Y eso es un testimonio claro, explícito y valiente. (...) Pero cuando se explica con la propia vida, esa es la explicación más profunda, más seria y más definitiva que podemos dar de nuestra Fe.

(........) El Señor en esta Festividad, nos invita a considerar tres aspectos:

Uno: que sea de alabanza. Hoy es un día de gratitud y de alabanza al Señor. Ayer, Ier Domingo de Adviento, manifestábamos esa presencia, esa venida de Jesucristo: la venida definitiva. Nuestros hermanos Beatos, con Cristo, han sido capaces de ir venciendo dificultades y de vencer a la muerte.

En segundo lugar, agradecerle la presencia de los Mártires — porque son motivo de alegría para nosotros — en la fiesta de los Beatos Mártires. Hoy es la suya. Aparentemente fueron vencidos..., pero desde la Fe proclamamos que viven y son victoriosos. Hoy es el triunfo de la victoria de los Mártires.

Y en tercer lugar, hermanos, este ejemplo de los Mártires es para nosotros; para que nosotros hoy, pasadas ya varias décadas, también seamos testigos de la Fe.

Testigo quiere decir, realizar Actos de Amor hacia los hombres, sea quienes fueren, pensasen lo que pensasen, tuvieran las ideologías que tuvieran... Eso es lo que el ejemplo de los Mártires nos trae: ser testigo hoy como en tiempos de la persecución religiosa. Como en tiempo de Zacarías, hay gente embotada que no quiere oír ni escuchar.

Estas tres actitudes de Alabanza, y de Acción de Gracias a Dios, de Proclamación de Felicidad a nuestros Beatos y de Animación de ser testigos de Fe en Jesucristo.

Nota: Sentimos tener que advertir que la trascripción de esta Homilía, por defectos de la grabación obtenida, es incompleta, y posiblemente contiene inexactitudes o deformaciones de ¡as palabras que realmente pronunció Monseñor Esteban Cátala.

Homilía de monseñor montero el 7 Nov. 99

Resumen obtenido mediante grabación magnetofónica

Hermanos: En esta invitación a presidir la Eucaristía en el 63 aniversario de la la saca de los fusilamientos en este lugar, pensamos en el acontecimiento que hoy vivimos todos en el corazón, en todo lo que fue, y las personas sacrificadas por su Fe hace tantos años en España... Uno piensa que se está a tono a la hora de morirse, cuando se ha estado a tono a la hora de vivir. Se tiene la lámpara encendida en ese momento, cuando se ha cebado un poco esa lámpara - que en este caso es la Fe — durante toda una vida.

Dios puede hacerlo que Jesús por el Buen Ladrón: convertirlo en el momento mismo de la muerte. Pero no es ese el caso de nuestras víctimas, de nuestros mártires, porque siguiendo su historia — hoy gradas a Dios muy conocida por muchos investigadores de distintos colores, y por muchos de vosotros, con una total competencia — se ve cómo no hay que aislar el momento trágico de caer bajo el plomo a las fosas, de lo que han sido los antecedentes de la cárcel, de la agonía final, iluminada no obstante por la Luz de la Fe.

Ciertamente, para que una muerte noble y ejemplar — como son las de todos los que mueren en las guerras — tenga valor de "martirio" en la Iglesia, tiene que estar de algún modo motivada en quienes la provocaron por el odio a la Fe, y ciertamente motivada por quienes, por amor al Señor, dieron testimonio de esa Fe.

No cabe duda de que el Mártir es un Testigo. Pero la palabra "mártir" se aplicó a los que dieron su sangre por la Fe desde los primeros momentos de la Iglesia. Es aplicable también a los que dan testimonio de ella — porque "martirio" significa "testimonio" — a través de una vida ejemplar. Es más: suele haber una cierta sintonía en quién muere santamente, con quién vive santamente. Por eso, el olor a santidad que emana de este Camposanto, reconocido ya por la Iglesia en más de 22 casos: d 10 % de las Beatificaciones por Mártires de la Guerra Civil Española, corresponde a víctimas de aquí; lo cual nos da también una fuerza grande para pensar que los que no lo han sido todavía, prácticamente tenían un historial coincidente con los que ya lo han sido.

Porque conociendo como se va conociendo — y vosotros mejor que yo — las biografías de aquellas personas que tuvieron que pasar por la cárcel Modelo, o en Porlier, o en San Antón o en Ventas, y tantas otras, tenían detrás un historial de Dignidad, de Familia, de profesión de Fe militante... No eran santos beatificables todos, como no lo somos nosotros. Eran gentes curtidas en una Fe profunda que funcionó bien a la hora de la suprema verdad. Recibieron la gracia del martirio, pero antes de recibida, la gracia preparatoria que se sigue, que se puede seguir, por los supervivientes paso a paso; en lo que era la vida diaria en estas cárceles hacinadas, improvisadas, se ve cómo realmente ya había penetrado un aroma de santidad, de aceptación, de ofrecimiento valiente — muchas veces suficiente, pero ciertamente sincero — de la vida por la Fe cristiana. Entonces, vinieron muy preparados, como sabemos. También todos ellos murieron dando testimonio de Fe, incluso recibiendo al mismo tiempo que las descargas de fusilamiento la absolución del sacerdote. El hecho de que hubiera casi 200 sacerdotes presentes y repartidos por las distintas prisiones, hizo que ellos pudieran ejercer su ministerio y que los fieles cristianos tuvieran el consuelo de los sacramentos de la Fe. Y entonces todo es hermoso. Ciertamente, tendríamos que las víctimas más tristes del acontecimiento de Paracuellos son los que lo provocaron; mucho más desgraciados que los que morían, eran los que los mataban. Y yo espero también que la santidad de los unos haya servido para que la misericordia de Dios complete su amor con los otros.

Entonces, para nosotros, el ejemplo de su vida ya lo tenemos. Estoy convencido de que para muchos y muchas de los presentes que habéis tenido ese desgarrón terrible como hijos, como hermanos, como nietos, en la pérdida de seres queridos de tanta calidad, su ejemplo, su testimonio, ha sido positivo en vuestras vidas. Veía como participabais en la Misa con tanta precisión, como personas acostumbradas a vivir la Eucaristía. Ya eso, es una gracia del martirio. El Señor nos hace participar de su ejemplo y de su testimonio, recibir su ayuda y su intercesión. Y también compartir de alguna manera esa santidad que ellos profesaron en grado extremo.

Cuando yo escribí el libro hace 40 años, teniendo yo 33, me parecía que no podían ya ocurrir en el mundo cosas tan terribles; que la lección estaba aprendida para siempre. Luego vi cómo en la II Guerra Mundial, posterior a la española, hubo páginas terribles, y cómo experimentamos ahora en el Tercer Mundo y en el Primer Mundo, incluso cerca de nosotros, páginas terribles. Con todo, por desgracia — más que por suerte — Paracuellos es un ejemplo destacado sobre todo lo que fue sangre y dolor, heroísmo y grandeza de nuestra Guerra. Y lo es también más allá de nuestras fronteras. Vamos a escoger lo mejor y tener el consuelo — no la vanagloria, pero sí la ufanía — de que tenéis sangre de mártires, y de que lo que se ha sembrado con dolor y con amor en estas tierras, va a producir para nuestro pueblo un porvenir cristiano, un porvenir de Paz, un porvenir de solidaridad fraterna y cristiana con todos los hombres.

(Resumen de la homilía pronunciada por Monseñor Montero, en la Eucaristía que ofició el 7 de Nov. de 1.999 en la Capilla del Camposanto)

 

 JUBILEO 2000

Belén, Nazareth, Jerusalén y Roma inician su Año Santo

Algunos datos de interés, ante la posible organización de una peregrinación

El gran Jubileo de este Año 2000 es un acontecimiento de excepción. Representa, como marca la tradición, el Año Litúrgico que celebra el Misterio de Cristo, en el que el hombre está invitado a acoger la misericordia de Dios.

Durante este Año, Roma será escenario del Gran Jubileo anunciado por SS. Juan Pablo II en la carta apostólica del 10 de Noviembre de 1994, y que comenzó con la apertura de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro por el Papa.

Este rito antiguo y sagrado, da la señal de partida a un peregrinar de esperanza, de conversión individual, de perdón y de paz, tal como dispone la Ley de Moisés.

En el Jubileo de los judíos, estaba presente el proyecto de Yahvé que relata el Éxodo. No era sólo el de liberar al pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto, sino también el de suscitar el resurgimiento de un nuevo pueblo. Cuando llegaron a Palestina, los judíos repartieron el territorio por tribus y familias, para que nadie fuese demasiado rico o demasiado pobre. Por eso se estableció que cada cincuenta años, todo tenía que volver como al principio.

Dicho año se anunciaba con el sonido de un cuerno de camero, "yobel" en hebreo; de ahí la palabra Jubileo. Era el punto para volver a encontrar las profundas razones de ser el pueblo de Dios.

Entre las numerosas referencias al Jubileo, es particularmente importante la de Isaías, que Jesús citará en su presentación al pueblo en la sinagoga de Nazareth.

El Jubileo de los cristianos fue introducido por el Papa Bonifacio VIII en el año 1300 con una peregrinación a Roma. Posteriormente el Papa Clemente VI decidió que se repitiera cada cincuenta años, empezando desde el año 1350.

A lo largo de la cristiandad, el Jubileo ha tenido siempre un carácter estrictamente espiritual, entendido como un solemne acto de indulgencia plenaria, concedida por el Pontífice Romano, para la remisión de los pecados.

Estamos en el Jubileo del 2000. Todos tenemos una ocasión excepcional de peregrinar a la tumba de San Pedro y de recorrer el antiguo camino que, desde hace siglos, une las siete Iglesias Romanas.

 El Gran Jubileo del Año 2000 se inauguró el 24 de Septiembre con la apertura de la Puerta de la Basílica de San Pedro; una ceremonia transmitida en directo por televisión a 58 países. Por primera vez en la Historia, un Papa ha abierto las cuatro Santa puertas sagradas de las grandes basílicas de Roma: San Pedro, San Juan de Letrán, Santa María la Mayor y San Pablo Extramuros. Serán beatificados Juan XXIII (1958-63) y Pío XII, el último Papa soberano de los Estados Pontificios y protagonista del pontificado más largo de la historia, desde 1939 hasta 1958.

Por primera vez, se podrá peregrinar a las Catacumba, además de a las Basílicas de Roma.

Mientras dure el Jubileo, y al igual que ocurrió durante todo el año pasado, Xacobeo 99, se podrá ganar la indulgencia plenaria, es decir, el perdón de los pecados y de la pena temporal que se deba en el purgatorio. Hay que confesarse, comulgar, rezar y realizar una obra de caridad. Aunque es necesario peregrinar, no es obligatorio hacerlo a Roma o a Tierra Santa; bastará con acudir a los templos que señalen los Obispos,

En Roma, los actos de conmemoración se extenderán hasta el 6 de Enero del 2001, mientras que en Tierra Santa lo harán hasta la Pascua de ese año. Entre el 21 y el 26 de Marzo el Papa visitará Tierra Santa.

Roma recibirá entre 26 y 29 millones de peregrinos, el doble de lo habitual. Para su estancia, se han preparado centros de acogida gestionados por 70.000 voluntarios

 

Palabras de apertura del Presidente, Don Ángel Gascón Álvarez de Sotomayor, dirigidas a la Asamblea General de la Hermandad, celebrada en Madrid el día 28 de Octubre de 1999.

Hoy, hace exactamente un año, aquí, en este mismo lugar, y a esta misma hora, vosotros, los aquí presentes, me entregasteis el timón de esta Heroica Nave, de esta Sagrada Obra, que es la Hermandad de Ntra. Sra. de los Caídos de Paracuellos de Jarama...

"¡Mártires de Paracuellos... " decía S.S. Juan Pablo II este verano en Castelgandolfo...

Recordaréis aquel día en que aquí os dije que debido a mis múltiples ocupaciones, trataría de sacar tiempo para dedicarme a esta entusiástica y Sagrada Obra, cuyo objetivo fundamental está marcado en que nuestros Mártires se encuentren, allá en el Cielo, orgullosos de que aquí en la tierra están sus familiares que los recuerdan hasta la eternidad, y que tratan que su Camposanto se sitúe en la cota que le corresponde al haber sido vilmente asesinados por las hordas marxistas... y por haber vertido su sangre por Dios, por España y por nosotros.

Mis antecesores, me consta que lo dieron todo. Mariano Rodero, el más próximo, sostengo que ha quemado muchos años al servicio de la Hermandad, al igual que todos sus colaboradores, habiéndome entregado el banderín en lo más alto del mástil. Quiero desde aquí, hacer una mención especial para Carlos Sabater.

Durante este tiempo, he tratado, y trataré de ceñirme a su marcha... porque sus experiencias y sabidurías son sumamente valiosas para mí. Sé que igualar a mis predecesores es tarea muy difícil...; superarlos, imposible.

Reitero una y mil veces, y no me canso, que el objetivo fundamental es el de honrar y perpetuar la memoria de nuestros Mártires, quienes no tuvieron la alegría de conocer sus descendencias..., a quienes no se les dio la oportunidad para defenderse..., y ni siquiera tuvieron una triste y última visita para despedirse.

Por Ellos, y para Ellos, va mi esfuerzo.

¡Ellos!... que Allá Arriba se encuentran tras las nubes, haciendo guardia entre los luceros como fíeles centinelas del Cielo, que con nuestras oraciones y sus bendiciones, sean corredentores junto a nuestra Madre la Santísima Virgen ante Dios, hasta el día en que, a toque de Corneta Celestial si cabe, podamos estrechamos y abrazarnos con Ellos para Siempre...