HOJA INFORMATIVA

HERMANDAD DE NTRA. SEÑORA DE LOS CAÍDOS DE PARACUELLOS DE JARAMA

Boletín Nº 16 - Enero 1994


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Alocución del Presidente de la Hermandad de Ex-Cautivos, Antonio Gullón Walker, pronunciado el pasado día 7 de noviembre en la Ofrenda Floral a Nuestros Caídos

Excautivos y Familiares de los Gloriosos Caídos, han pasado 57 años desde aquella luctuosa fecha, en la que un titulado Gobierno Rojo ordenó la exterminación de los presos que llenaban las cárceles y checas de Madrid.

Este paisaje se estremeció más con los gritos de Arriba España y Viva España, que por las ráfagas de las ametralladoras.

Fueron cobardemente arrancados de las celdas, pero ellos supieron mantener hasta la muerte, su pensamiento en DIOS y su corazón junto a la PATRIA.

Por esto, por su ejemplar muerte nunca podremos olvidarlos y a nosotros sus albaceas, sus familiares, sus amigos y camaradas, nos corresponde cumplir con su última voluntad, tener erguida la bandera de su pensamiento más amado: SU AMOR A ESPAÑA.

Por esa suprema razón no sólo debemos fustigar los egoísmos presentes sino tener una conducta abnegada y actuar siempre con desinterés y elevación de miras. Que nuestras palabras no se las lleve el viento, que nuestro mejor tributo a su memoria, no puede ser otro, que el cumplimiento de los deberes patrios, esos deberes que con su muerte gloriosa nos dictaron.

Se ha dicho que un pecado muy español es el olvido, pero aquí estamos para desmentirlo, en nosotros no cabe la disculpa, ni el olvido. Si a nuestros gloriosos caídos no pudieron vencerles ni el hambre, ni la prisión, ni la muerte, que no se diga ahora en plena bonanza, que nosotros sí claudicamos de sus enseñanzas, de su ejemplar mandato.

Pero nadie deduzca de cuanto queda dicho, que se aboga desde aquí por una política de enfrentamiento, que se enarbola la bandera de la discordia.

Estuvimos y estamos con la convivencia y en el respeto mutuo.

Alguien ha dicho que los hombres nunca supimos rezar mejor que en los días de adversidad. Por sus actos, por sus muertes y por su fe conquistaron la eternidad. No tenemos por tanto que rezar por ellos, venimos a postrarnos ante sus tumbas para suplicarles que intercedan por nosotros y nuestra oración, que debe partir del corazón, tiene que estar libre de peticiones egoístas y malsanas. No debemos dejar que este recuerdo se esfume, antes al contrario, tenemos que aprisionarlo a la altura del corazón para recibir fuerzas de conducta y ante todo, para que, con ello, por amor a España, sepamos perdonar, pero no olvidar.

Ahora como colofón de unas palabras sinceras, llenas de emoción, decir conmigo: ¡Caídos por Dios y por España, ¡PRESENTES! ¡ARRIBA ESPAÑA!