HOJA INFORMATIVA

HERMANDAD DE NTRA. SEÑORA DE LOS CAÍDOS DE PARACUELLOS DE JARAMA

Boletín Nº 13 - Enero 1993


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BEATIFICACIÓN DE 122 MÁRTIRES DE LA GUERRA ESPAÑOLA

71 Hospitalarios de San Juan de Dios y 51 Misioneros Claretianos

Bajo un cielo cubierto de nubes que cerraron el paso a los suaves rigores del Sol otoñal pero también se opusieron a un cerrado aguacero acechante durante la larga ceremonia, el 25 de octubre último tuvo lugar en la Basílica de San Pedro de Roma, como estaba anunciada, la solemne beatificación de ciento veintidós mártires españoles, víctimas de la persecución religiosa desencadenada en nuestra Patria en 1936.

El acto estaba señalado para las nueve de la mañana de aquel último domingo de mes, pero desde antes de las siete comenzó la afluencia de una cantidad innumerable de autocares que descargaban en la Vía della Conciliazione, ante la maravillosa Columnata de Bemini, centenares y centenares de peregrinos llegados de todos los rincones de España. Una buena parte de ellos eran familiares de los Mártires, representados, a veces, por tres generaciones, y por vecinos de sus lugares de nacimiento con la máxima autoridad municipal al frente. Por todos los caminos habían ido a Roma: carretera, ferrocarril, por vía aérea. La representación de nuestra Hermandad hizo el viaje en avión, habiendo coincidido en Barajas con un nutrido grupo navarro presidido por el Sr. Arzobispo de Pamplona Mons. José María Cirarda.

Lógicamente, en la Plaza de San Pedro no se oían más que voces en español, aunque muchos de los asistentes lo hacían con la dulce cadencia del habla hispanoamericana. Eran grupos procedentes de Colombia y Ecuador, ya que, entre los nuevos Beatos, figuraban los siete Hermanos colombianos de San Juan de Dios, asesinados en Barcelona (como pudieron ver nuestros lectores en la Hoja Informativa 12) y la joven ecuatoriana Narcisa de Jesús Martillo Moran, incluida en la misma ceremonia de beatificación, aunque por causa diferente. Se trata de una joven de extraordinarias virtudes, que vivió entre 1832 y 1869 una vida de piedad y sacrificio intensos a quien el Papa quiso presentar como contraste del mundo licencioso de nuestros días.

Minutos antes de las diez. Su Santidad Juan Pablo II hizo su aparición en la Gran Plaza de la Basílica en medio de vítores y aplausos de los asistentes, cuyo número total, un acreditado cronista ha cifrado en unos veinte mil, más de la mitad compatriotas nuestros. 

 Rito de la Beatificación

Se acercan a la cátedra del Santo Padre, Mons. Ricardo María Caries Gordo, Arzobispo de Barcelona; Mons. Ambrosio Echebama Arrotia, Obispo de Barbastro y Mons. Juan Ignacio Larrea Holguin, Arzobispo de Guayaquil, con los postuladores de las Causas respectivas, y piden al Pontífice que se proceda a la Beatificación de los Siervos de Dios: Braulio María Corres, Federico Rubio y 69 compañeros más, de la Orden de San Juan de Dios; Felipe de Jesús Munarriz y 50 compañeros, Religiosos Claretianos, y Narcisa de Jesús Martillo Moran.

Después de haber escuchado algunos datos biográficos de los bien aventurados, todos los presentes se ponen de pié. Sólo el Santo Padre permanece sentado y pronuncia solemnemente la fórmula de Beatificación por virtud de la cual los Venerados Siervos de Dios antes citados pueden, desde ahora, ser llamados Beatos y puede celebrarse su fiesta litúrgica en los lugares y según las reglas establecidas por el Derecho, todos los años en el día de su nacimiento al Cielo: el 30 de julio para los 71 religiosos de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, entre los que se encuentran los 22 mártires de Paracuellos; el 13 de agosto para los 51 Misioneros Claretianos, Hijos del Corazón Inmaculado de Mana, y el 8 de diciembre para la joven virgen ecuatoriana.

Los tres grandes tapices, que representando el Martirio de los Hermanos de San Juan de Dios y de los Misioneros Claretianos. junto con el de la imagen de la Bienaventurada Narcisa, pendían de la fachada de la Basílica, ocultos por un velo, quedan, de pronto, al descubierto en medio de las aclamaciones de la multitud mientras la Schola entona un solemne Tibi laus Dominus, Tibi gloria en que se pide a los nuevos Beatos que intercedan por nosotros.

La Santa Misa

A continuación, se ofició la Santa Misa en la que concelebraron con el Papa cincuenta y dos sacerdotes, entre los que había una treintena de obispos, un testigo ocular del Martirio, tres hermanos de sangre de los Mártires y nueve familiares de menor grado. En su homilía, el Pontífice, al referirse a los religiosos de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, subrayó el hecho de que "dieron su vida por la Fe y como prueba suprema de amor", añadiendo, en perfecto castellano: "su martirio sigue los pasos de Cristo misericordioso y buen samaritano, tan cercano al hombre que sufre, al entregar la vida por la salvación del género humano".

De los Mártires de Barbastro dijo:"es todo un seminario el que afronta con generosidad y valentía su ofrenda martirial al Señor". Y, aludiendo a lodos en general, concluye: "Nuestros mártires con su intercesión harán crecer copiosos frutos de reconciliación. Hoy damos gracias por esta fuerza en que se ha convertido el testimonio de los mártires en tierras de España. El impulso de la Fe, de la Esperanza y del Amor, se ha demostrado más fuerte que la Violencia. Ha sido vencida la crueldad de los pelotones de ejecución y el entero sistema del odio organizado".

Un centenar de personas recibió la comunión de manos del Santo Padre, la mayor parte familiares de los beatificados, cerrando la fila una silla de ruedas, ocupada por el hermano de un mártir, que era empujada por su hija, ataviada con la mantilla española.

 Paracuellos de Jarama

Terminó el magnífico acto pasadas las doce. Al retiramos entre la multitud silenciosa, sólo un punto de amargura había en el fondo de nuestro corazón. No oímos el nombre de Paracuellos de Jarama en la relación de nombres geográficos mencionados jalonando la ruta sangrienta de aquellos mártires que acababan de ser consagrados por la Iglesia. Pero, no importa. En el bello libreto en cuatro idiomas que se nos dio al entrar, por el que pudimos seguir puntualmente todo el ceremonial, al hablamos de los Hermanos de San Juan de Dios, concretamente de los de Ciempozuelos, se dice: "El martirio de los 22 componentes de esta Comunidad se ha caracterizado por tres momentos fuertes:

- Una introducción con sobresaltos hasta ser detenidos: Ha llegado la hora de sufrir persecución -les aleccionó el Superior, el H. Guillermo Llop-: el Señor quiere hacernos dignos de tanta merced. Reguemos unos por otros.

- Una preparación que duró casi cuatro meses en la Cárcel de San Antón, dando ejemplo admirable de fortaleza, religiosidad y hospitalidad, entre incomodidades e irreverencias.

- El Martirio propiamente, en los días 28 y 30 de noviembre en que fueron sacrificados en Paracuellos de Jarama. Su saludo de despedida fue: ¡Hasta el Cielo!

Por fin nuestro amado Cementerio, al cual el instinto popular bautizó desde los primeros tiempos con el nombre de Camposanto de los Mártires, quedaba oficialmente incorporado al reconocimiento oficial de la Iglesia como lugar de sacrificio y reposo de unos bienaventurados. con nombres gloriosos elevados a los altares, que allí yacen junto a legiones de hermanos anónimos, unidos en la Fe, caídos por Dios y por España, y a los que cada uno de nosotros, desde lo más profundo del alma, tenemos también por santos, sin que creamos incurrir por ello en irreverencia.

 

 Actos de culto durante el Aniversario

Como todos los años y con la intención de conmemorar el mes trágico en el que tuvo lugar el sacrificio de nuestros mártires, se dispuso que se celebraran Misas todos los Domingos en las que se rezara o, mejor, se pidiera a nuestros muertos que rogaran por nosotros, ya que están mucho más cerca de Dios que nosotros.

Como, además, este año era el primero en el que se habían beatificado los primeros mártires, se pretendía solemnizar la efemérides todo lo posible, por lo que se visitó a nuestro nuevo Obispo, y primero do la Diócesis de Alcalá de Henares, D. Manuel Ureña, para rogarle que, con su presencia, diera mayor realce a la ocasión; y así, se decidió tener una Misa solemne en la que concelebraran el propio Obispo con los superiores de las Ordenes a las que pertenecen los primeros Beatos.

El día 1 de noviembre, ofició, como todos los años, y como apertura solemne del mes, el antiguo Vicario de la Zona Norte de Madrid, D. Justo Bermejo que, además de su cargo, es huérfano de Mártir, lo que le hace merecedor do eso privilegio, siguiendo la conmemoración con Misas los días 7, 8, 15, 28, 29 y 30 do noviembre oficiadas por diferentes sacerdotes que se prestaron gustosamente para ello y realzaron la ceremonia con sentidas homilías dirigidas a exaltar el sacrificio do nuestros mártires.

Los días 28 y 30, aniversarios de los asesinatos de los Hermanos de San Juan de Dios y de los PP. Agustinos, respectivamente, concelebraron sacerdotes de las mencionadas Ordenes en Misas muy emotivas de las que destacó la del día 28, correspondiente al sacrificio de los Hermanos de San Juan de Dios, presidida por un hermano de uno de los Beatos, el P. Guillermo Gesto, que no pudo contener su emoción en más de una ocasión. La Misa de los PP. Agustinos la presidió el P. Provincial de la Orden, D. José Luis Galdeano, acompañado de una docena de concelebrantes.

Por último, el día 15 de diciembre y como cierre del mes conmemorativo, recibimos la visita del Sr. Obispo de Alcalá de Henares, D. Manuel Ureña, quien con los superiores de las Ordenes que tienen Mártires en el Camposanto, concelebró, con sentida ceremonia, la Santa Misa, manifestando, una y otra voz, su emoción al comprobar como en su Diócesis hubiera un Monumento tan importante como el Cementerio de los Mártires, prometiendo visitarlo y estudiar a fondo sus circunstancias, pasadas las fechas de las Navidades.

El día 7 de noviembre, la Hermandad de Ex-Cautivos hizo, con una nutrida representación, su acostumbrada ofrenda floral en nuestro Camposanto. Su presidente, D. Antonio Gullón Walker, pronunció la siguiente alocución:

Familiares de caídos por Dios y por España, excautivos, amigos y camaradas. Son ya 51 años en que, como miembro de la Hermandad de Ex-Cautivos, o simplemente como español, he comparecido a la cita de este 7 de noviembre heroico y tristemente luctuoso; son ya 51 años en que hemos acudido al Camposanto de Paracuellos de Jarama, con el corazón angustiado y con el alma ilusionada, esperanzados de encontrar en esta tierra sagrada, bañada por la sangre de 12.000 compatriotas nuestros, la fuerza de ánimo suficiente para persistir, para no claudicar, para perseverar en la trayectoria que ellos nos marcaron y que nosotros recogimos en su último adiós, en su mandato postrero. Y henos aquí de nuevo para dar testimonio de que no olvidamos la enseñanza de su muerte y para poner de relieve en esta conmemoración que estamos prontos a la reflexión y también al sacrificio, entregándonos al servicio de la patria.

Ya sé que esta intervención mía en el recuerdo emocionado de hoy puede ser tildada de improcedente por no ajustarse a los tiempos en que vivimos. Pero no importa y lo diremos con estas palabras de José Antonio cuya voz en los momentos de ruina patria, ordenaba permanecer firmes en la lucha contra los afanes destructores de gran parte de los políticos españoles. Y nosotros que no queremos que nos confundan, estamos aquí no solo para proclamar que el olvido de las muertes es un crimen, sino también para poner en nuestros corazones palabras de aliento y esperanza. Por esto, por este propósito, mi intervención, modesta pero apasionada, es, al mismo tiempo, oración y arenga.

Rezo devoto por nuestros muertos y petición fervorosa para que los españoles convivan en paz y trabajo; y arenga para que jamás demos motivos para comparecer ante la historia como traidores, que jamás olvidemos la enseñanza gloriosa de Paracuellos de Jarama, la lección suprema de este sacrificio de nuestros Mártires, que murieron para conseguir una España mejor, más libre, en la que no quepa el odio ni la persecución, en la que reine la unidad de la patria, el amor, la comprensión, el trabajo y la justicia.