Túnel de Usera
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Dentro de lo que fue la tremenda guerra civil española, hay que resaltar un hecho de la máxima agresividad y violencia cometido a finales del mes de octubre y noviembre de 1937. Lo que pasó en el llamado ‘Túnel de la Muerte’, situado en el barrio de Usera a las afuera de Madrid y en plena línea de fuego, marcó por así decirlo, el fin de los fusilamientos en masa dentro de la retaguardia madrileña.
Durante aquellos meses ya actuaba de forma clandestina la 36 Brigada Mixta, de
significación marxista en el sector de Usera. Los mandos de esta unidad en
colaboración con varios oficiales y milicianos pertenecientes a diferentes
organismos comunistas de la capital, urdieron en plan conjunto de apoyo y de
ayuda logística a cuantas personas deseaban ser evacuadas a la zona nacional.
Dicho plan consistía en ir captando de forma progresiva y engañosa a
personas que aún vivían en el Madrid republicano deseosas de abandonarlo ante
tanto peligro y penuria soportada desde el inicio de la guerra, eligiendo
preferentemente
personas de familias acomodadas y que pudieran pagar grandes sumas de dinero por
los servicios prestados, pero con el fin, de robarles cuanto dinero y objetos de
valor pudiesen llevar consigo en el momento de la evasión. Dichos mandos
militares fingiendo pertenecer a la causa nacional y por medio de varias
artimañas engañosas, lograron llevar en automóvil con la ayuda de sus enlaces,
varias expediciones de personas engañadas, muchas de ellas extraídas previamente
de algunas Embajadas y Legaciones extranjeras donde ya se encontraban
refugiadas. Conforme iban llegando las victimas a una pequeña casa, que
daba entrada a una bodega con largas galerías y que a su vez, servía al ‘Jefe de
información de la Brigada’ como oficina de recaudación y evacuación, se les
introducía a su interior con él animo de interrogarles de inmediato y
posteriormente torturarlas en presencia de un comandante, de varios oficiales y
algunos milicianos.
A continuación, las víctimas eran despojadas de todo el dinero y joyas que llevaban consigo, pasando a unas habitaciones o salas de espera en los sótanos de la referida casa hasta que fueran llegando todas las demás posibles víctimas, para finalmente pasar a la zona nacional. Ante tal situación que llegó a durar cuatro o cinco días, y convencidos de que habían sido engañados sin esperanza alguna de salir con vida, fueron esperando con entereza y resignación el momento de ser sacrificados, no en vano, entre todos ellos se encontraba un Canónigo y un Sacerdote, que sabiendo que de alguna manera compartían las mismas pruebas y humillaciones que Cristo sufrió por los hombres, fueron confortando a sus compañeros en espera del trágico momento con rezos y al finalmente con la absolución a cada uno de ellos. Uno de ellos llegó a escribir en el yeso de la pared con la hebilla del cinturón, los nombres de algunos de ellos y su confirmación de que los mataban en cualquier momento.
Todos los componentes de las ocho expediciones, fueron asesinados junto a las tapias de la casa y enterrados en unas fosas comunes preparadas a tal efecto en aquel mismo lugar. El dinero y las joyas recaudadas, fueron llevados a Madrid por unos agentes comunistas repartiéndoselo a continuación entre todos los componentes de dicha Brigada.
Según el dictamen emitido por las autoridades forenses el día 29 de octubre de 1939, el número de exhumados fue de 67 cadáveres en las fosas de Usera, comprobándose que todas las víctimas habían muerto con las manos atadas y mayoritariamente con señales de disparos por arma de fuego, aunque algunos murieron por asfixia o estrangulación. De todos los restos encontrados, solo 36 pudieron ser identificados por sus familiares e inhumados en una de las galerías que tenía la bodega.
A
la entrada del
sótano se conserva un trozo de
la pared original protegido por un cristal,
con la inscripción hecha a mano en el yeso por un caído, como humilde testimonio
de aquellos momentos tan terribles de desesperación, siendo para todos los
creyentes que visitan el lugar, una valiosa reliquia. Hoy día sus restos reposan
en una parte de la galería original acondicionada como Cripta en los sótanos del
Convento-Colegio, regentado por las
RELIGIOSAS TEATINAS DE LA INMACULADA
CONCEPCIÓN, con sus nombres inscritos
en
lapidas de mármol rosa a ambos lados del recinto, y un pequeño altar presidido
por un crucifijo colocado
en el centro de la pequeña nave y delante de una pequeña rejilla que invita al
recogimiento
como símbolo de la fe cristiana por la cual murieron.
Este breve
resumen de los asesinatos en el llamado “Túnel de la Muerte”, es uno más de los cometidos en una época de persecución y de odio, que se cebó entre españoles de diferentes creencias sociales y religiosas. Después del tiempo transcurrido y de olvidadas las viejas diferencias, la reconciliación y el perdón son ya un hecho pero no por ello debemos olvidar y dejar de recordar la memoria de estos sesenta y tres españoles.
Fotografías realizadas por D. José M. de Ezpeleta.