Recuerdo de unos compañeros de Don Juan Canalejo Castells. Jefe Regional de las Falanges Gallegas.

Asesinado de Paracuellos el 6 de Noviembre de 1936

[VOLVER]

“Generalmente -ya lo anticipamos en el prólogo de este libro- el régimen del 18 de julio ha dedicado escasa atención a los miles de víctimas de Paracuellos del Jarama. Aparte las escasas menciones de la “Causa General” y unos cuantos libros sobre el terror republicano -la mayoría de escasa tirada y escritos en los años de la guerra-, no hay un estudio de conjunto sobre el hecho ni de detalle sobre alguna de las principales víctimas.

Juan Canalejo Castells, jefe de las Falanges Gallegas, es uno de los ejemplos de este olvido. Excepto una serie de recordatorios con su foto y algunas frases de sus discursos, no hay siquiera un folleto con su circunstancia familiar, trayectoria política, detención y muerte.

Con el objeto vario de dar alguna luz sobre esta figura y de rendir homenaje a una de los miles de víctimas de Paracuellos, hemos acudido a sus antiguos compañeros de la Falange coruñesa, falangistas ya antes de la guerra civil y falangistas hoy (casi cincuenta años después) cuando se han quedado -tras la decantación tránsfuga de la transición política- igual de solos que antes, en grupo reducido pero selecto.

He aquí un extracto de este recuerdo al compañero caído:

“En abril de 1936 ingresamos en la cárcel coruñesa la casi totalidad de la plana mayor de Falange, aproximadamente treinta (entre ellos Salas Pombo, Naya Veira, Velasco Calva, Arias Prado, Vidal Verdes, Folla Cisneros, Álvarez de Sotomayor, Caamaño, Colmeiro Laforet, Patiño, Salgado Torres, Sanz de Andino...) Casualmente, Juan Canalejo no figuraba en este grupo, ya que no pudo ser localizado.

Canalejo, que era teniente de Intendencia, estaba retirado de su profesión en virtud de la Ley de Azaña. Sus padres eran dueños de un horno-panadería en la coruñesa calle del Socorro (hoy llamada precisamente Juan Canalejo). Aparte Juan, tenían ocho hijos más: Francisco (también de Intendencia, llegó a general); Ricardo, Antonio (que sería teniente coronel de Intendencia del Ejército del Aire); Arístides (funcionario de Administración Local); Amanda, Pepita, Irene y Maruja.

A finales de mayo, salimos de la cárcel coruñesa y días después Canalejo (que estaba oculto al ser avisado por el teniente coronel de la Guardia Civil, Benito de Haro, de que había orden de detenerlo), es llamado a Madrid por la jefatura nacional de Falange para asistir a una reunión de mandos regionales. José Antonio ya había sido encarcelado y en esos días ya estaba en la cárcel Modelo (el 16 de mayo se había presentado en la segunda vuelta de las elecciones a Cortes por Cuenca).

Es entonces cuando Canalejo es detenido junto a otros mandos intermedios de Falange e ingresa en la cárcel Modelo. Allí se encuentra con la plana mayor del movimiento (además de José Antonio estaban Raimundo Fernández Cuesta, Rafael Sánchez Mazas, Sancho Dávila, Manuel Valdés Larrañaga, Julio Ruiz de Alda, Andrés Cuerda, Alejandro Salazar...). Están alojados en la segunda galería.

Canalejo está pocos días con José Antonio, del que era amigo personal, pues el 5 de junio el director de la cárcel (Sr. Martínez Elorza), comunica al jefe nacional que el Gobierno ha decidido, como medida de seguridad, trasladarlo -junto a su hermano Miguel- a la prisión de Alicante.

Canalejo también será juzgado -como los demás falangistas allí encarcelados- por las autoridades republicanas. Existe una carta del propio Juan, fechada en los primeros días de junio (que se cree dirigida a Diego Salas Pombo o Antonio Naya), en la que dice:

“El juez no ha encontrado motivo para procesarme, pero esta canalla encaramada en los puestos de mando, hace ley de su capricho, reteniéndome arbitrariamente, en espera tal vez, de que recurra en solicitud pidiéndoles mi libertad. Sería inútil porque no quiero deber al favor lo que me corresponde en derecho, y menos tratándose de vulgares atracadores del poder.

“Cada vez me encuentro más animado y optimista, ya que los tiranos no pueden idear cárceles para dominar el espíritu. Hasta me encontraría contento si en estas horas críticas no se estuviera jugando el porvenir de España. Me consuela pensar que en este juego, también gané mis bazas, y todavía no se ha jugado la última, en la que espero estar presente.”

Un detalle íntimo de Canalejo, no revelado hasta ahora, es que las autoridades republicanas denegaron el permiso solicitado por aquél para casarse con una joven que estaba en estado. La hija que nacería posteriormente, y a la que ya no pudo conocer su padre, es hoy religiosa de la Compañía de María.

Canalejo sería asesinado en la primera gran saca efectuada por las autoridades republicanas de Madrid y que tuvo lugar el 6 de noviembre. Fue ejecutado, junto con otros compañeros (entre ellos Muñoz -farmacéutico- jefe local de la Falange de Santiago), al borde de la zanja número uno, previamente cavada.

Por testimonios posteriores recogidos de personas que estuvieron con él en la cárcel Modelo y que pudieron salvar la vida, sabemos que durante su estancia en la prisión hizo gala de las virtudes que le acompañaron toda su vida: gran patriotismo y decisión, solidaridad con el compañero y acendrado espíritu de sacrificio puesto de manifiesto con sus palabras de ánimo a todos los que convivieron con él en aquellas difíciles horas.

Nosotros, cuando asistimos al traslado de los restos de José Antonio de Alicante a El Escorial, hicimos una visita al camposanto de Paracuellos del Jarama y oramos ante su tumba, mejor dicho ante la fosa común, pues -al revés que otros cadáveres, que fueron inhumados a nichos o fosas individuales o familiares- el cuerpo de Juan Canalejo continúa en el mismo lugar donde fue asesinado”

De la familia de Canalejo sólo quedan hoy su hermana Maruja (el 15-8-82, falleció en La Coruña su otra hermana Irene) y su única hija, la religiosa ya mencionada, que está en el colegio de la Compañía de María de La Coruña”.

(Del libro, ‘Paracuellos de Jarama’, de D.Carlos Fernández. Edit. Argos Vergara 1983)