MEMORIA

 

DE LOS RELIGIOSOS AGUSTINOS  INMOLADOS EN PARACUELLOS

 

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La fotografía reproduce el cuadro-alegoría del enorme sacrificio de Religiosos Agustinos en Paracuellos de Jarama, obra del pintor Pedro Martínez Tavera que se conserva en la Sala de Capas del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.

La gloriosa Orden de San Agustín es una de las que más religiosos aportó al Martirologio español en la persecución religiosa de 1936-1939, desde el comienzo hasta el fin de ella, cuando de concluir la guerra, el 7 de Febrero de 1939, en el lugar de Can Tretze (Gerona) fue sacrificado el P. Anselmo Polanco, Obispo de Teruel, con otros cuarenta compañeros de cautiverio. Probablemente son los últimos mártires de aquella persecución y el proceso de beatificación del santo Prelado parece estar muy adelantado en Roma.

Pero el lugar de máximo martirologio agustiniano, no solo en tal persecución, sino también de todos los tiempos, es el Campo Santo de Paracuellos de Jarama. Nada menos que SETENTA Y OCHO religiosos de la Orden elevaron sus almas a la Gloria al borde de sus zanjas, en tres diferentes “sacas” del mes de noviembre, de ellos SESENTA Y DOS en los días 28,  en que murió el Provincial de Castilla, P. Avelino Rodríguez, y el 30, en que fue literalmente segada la flor de la provincia agustiniana castellana, con el Asistente General de la Orden P. Mariano Revilla.

“Murieron haciendo confesión pública de su fé y perdonando a sus verdugos”, como leemos en el Boletín de la Provincia Agustiniana Matritense número 71, Nov. 1986. La Causa de canonización de todos ellos se halla adelantada en Roma.